miércoles, 23 de julio de 2014

Mi "subobjetivo" entorno, algunas de las bases de mí pensamiento y mí libre proceder

[©SmcArq] [01]  Mi entorno directo despliega un ensamblaje de verdor ocre y cielo celeste-grisáceo, con complementos agregados a modo de matices próximos.


[02]  Las personas pasan por mi lado portando una especie de mundo propio que bulle desde sus propias prioridades e inherencias.



[03]  Suelo concebir a la gente como libros semi-abiertos que dejan ver algunas páginas y otras las ocultan esmeradamente.



[04]  Algunas personas que pasan por mi lado se ven como extremadamente preocupadas de parecer mucho más de lo que se lee que son. Consciente de tal extrañeza algunas quedan resonando más que otras en la memoria.



[05]  La lectura del mundo suele agotarme. A esta especie de lectura empecinada la llamaría "padecimiento necesario", asumido en pos de escribir mí propio y detallado libro del mundo.



[06]  Reconozco no sentirme capaz de dejar pasar demasiadas cosas del mundo sin atribuirle, por momentos, más importancia de la que merecen.



[07]  A veces, muy esporádicamente, siento mucho amor por toda la gente indistintamente. Quisiera que esta sensación fuera parte de mi cotidianeidad, pero no es así.



[08]  Sé de personas que, permanentemente, van por la vida amando a los demás. Esta condición no me acompaña y creo que es así por sentir que tengo temas pendientes conmigo mismo.



[09]  Siento en mí esencia muchos defectos que se congregan y supeditan a aspectos bastante mejores a modo de una emulsión tendiente a ser un compuesto, incrementado a futuro.



[10]  Siento que, no obstante haberme encomendado el pensar para todos, hay una sola persona paradigmática a la que suelo dirigir, de uno u otro modo, mis más afortunados o estimativos resultados.



[11]  La vida es una misión personal que puede y debiera intersectarse con la de los demás, sin renunciar a la libre capacidad de decidir.



[12]  Todo debiera congregarse ante uno para cobrar una forma coherente y alegre en su capacidad de ir mutando sin abandonar su bienaventuranza.



[13]  La percepción de la belleza es dramáticamente cotidiana por momentos, cosa que suele agotar al cuerpo más de lo esperado.



[14]  La belleza del mundo es un deber perceptual. Sin ella las cosas toman rumbos dispersos y destructivos.



[15]  El mundo es dos cosas al menos; la cosa que entiendo y la cosa que intuyo que existe, no obstante mi entendimiento.



[16]  Suelo sentirme digno de mis días, no obstante percibirme abandonado de aquel alimento por instantes.



[17]  Suelo entender que una cosa es lo que sabemos y otra, oculta, es lo que podemos crearnos ante nuestra integridad perceptual.



[18]  Vibro al ritmo de los días y los años a un pulso perceptual extremadamente lento y pausado. Lo que pasó hace un mes siento que ocurrió hace seis meses o más.



[19]  Las cosas que nos han ocurrido son muchísimas. Y así las percibo y recuerdo.



[20]  La realidad es una sola. Lo que opinemos de aquello tiene sin cuidado al mundo y sus vastos alrededores.



[21]  Porque la realidad es una sola es que creo en una circunstancia superior que llamo, convenciones de por medio, "Dios".



[22]  Nada más alejado de Dios que cualquier personalidad. Dios no es menos que el Supremo Orden Activo (S.O.A.)



[23]  Quien refute al Supremo Orden Activo refiriéndose a atributos distintos a aquello no sé de qué habla.



[24]  Mundo y Universo se diferencian en que el primero es mi entorno y lo segundo es mi máximo alcance subobjetivo.



[25]  No entiendo ni a la diversión ni a la bonitura como centros de absolutamente nada importante o trascendente.



[26]  La vida es importante, permanente, ininterrumpida e infinita.



[27]  Mi vida es mi trozo de "eterna eternidad" que viviré por siempre y para siempre.



[28]  La idea de una vida "terrenal" finita surge de la ilusión espacio-temporal que padecemos mientras construimos nuestra eternidad personal.



[29]  La muerte es la insigne, elegante, magnífica, monumental y trascendental culminación de un proceso, tan importante, como haya sido nuestro paso por el mundo.



[30]  Nada es para siempre dentro del espacio-tiempo.



[31]  Todo es para siempre fuera del espacio-tiempo.



[32]  Todo es uno y lo mismo, indisolublemente atado e indisolublemente destinado a "congraciarse" con el Supremo Orden Activo.



[33]  Dios y Todo son, al menos y a título mundano, dos, por mucho que uno sea Todo y Todo sea uno.

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