Apostemos como apostemos, entreguemos como entreguemos el tiempo a determinados proyectos que lucían muy importantes, cuando lleguen los días finales - esos que saben a confín inevitable - todo el trabajo de las últimas décadas estará parado junto a aquella primera vez en la que tu sensibilidad te reveló una belleza emanada tanto del objeto que mirabas como de tus propias expectativas; un solo abrazo entrañable valdrá por años de esmero; una sola mirada agradecida recibida del desconocido más insospechado tendrá mas calibre que toda tu extensa biblioteca, y así, los hechos perderán el rango imaginario que, soberanamente, decidiste que tendrían, y tu vida no tendrá escalafones, renegará de todas las categorías, no podrá distinguir las pérdidas de las ganancias y la realidad se desnudará carente de predeterminaciones y de artificiosas trascendencias.
Y sólo en esos días sabrás si viviste con aquella escurridiza integridad de la que tanto oíste hablar y de la que tanto predicaste, en una especie de abandono final ante la eterna medida insospechada de las independientes y autodeterminadas circunstancias, inherentes a lo que terminará siendo tu tan anhelada felicidad definitiva o tu tan temida desventura permanente.
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miércoles, 16 de marzo de 2016
La Vida; Ni Una Tómbola, Ni Una Certeza Predeterminada
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Entrada publicada originalmente a las
11:08 a.m.
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