viernes, 15 de junio de 2012

Cómo No Detonar al Universo



[©SmcArq] detonar. (Del lat. detonāre). tr. Iniciar una explosión o un estallido. // 2. Llamar la atención, causar asombro, admiración, etc. // 3. intr. Dar estampido o trueno.
[
Diccionario de la RAE; Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta 2005]

Sin pontificar, y vestido de una suerte de sentido común;…

…no se logra esta “detonación” cuando se asume como eje o patrón de vida una manera de percibir el mundo amoldada a lo cotidiano.

Cotidianamente se viven los patrones de existencia plegados a los procedimientos de rutina que tienden a lo automático.

Automáticamente, entonces, me despierto, saludo, me visto, y efectúo todas las actividades necesarias para cumplir con el patrón de subsistencia y acopio que mis necesidades básicas me exigen.

Puedo incluso estructurar teorías automáticas en relación a esta manera de vivir, de manera tal que cuando escuche o sienta que alguna otra manera de asumir la existencia se me contrapone, arrojo mi patrón estático y me visto con el yelmo de mis respuestas, en relación a lo urgente y básicamente necesario para que una vida se mantenga ordenada, limpia, aseada, y dotada de todas las necesidades que permitan reflejar aparentemente un cumplimiento implacable ante los requerimientos que el ambiente y sus proyecciones futuras requieran.

Entonces ya investido de esta modalidad de vida que es conducta, filosofía, patrón y discurso, me abandono a las actividades que el ambiente donde me desenvuelvo requieren como imprescindibles.

Lo que pasa es que el medio donde nos desenvolvemos es aparentemente más grande, intenso y poderoso que nuestra voluntad, la que de alguna manera abandonamos cuando nos replegamos al oleaje de exigencias que nos agobian.

Pero no se trata de revelarse épicamente con el puño en alto ante la naturaleza, los nubarrones aborregados y la luna que se cuela en fracciones por el cielo, mientras aúlla un lobo en la cumbre de un peñasco.

No se trata de eso.

Simplemente se trata de abandonar de corazón al susto que se cuela hacia nuestro ser.

En definitiva, la manera de vivir apegada al subordinamiento excesivo a las urgencias de la vida, moldea a las personas para que se entrampen en esta suerte de sistema cerrado, adonde todo calza natural o artificialmente de un modo inmediato y eficaz.

Y para todo habrán respuestas en esta malla de coherencias artificiosa.

Entonces, cuando te amoldas sumisamente a lo cotidiano exterior que te agobia con sus exigencias, no rompes la malla de conexiones de tu sistema de respuestas y procedimientos automáticos y desvinculados de tu espíritu.

Y con lo anterior no dejas que lo excepcional ingrese a tu modo de ver el mundo, que se transforma en una prisión que te aflige desde tu propia conformidad, tornada droga de dependencia ciega y apaciguante.

Desde la ceguera que se puede dar ante la opción de aprisionamiento descrita, no se puede ni se acepta pensar en sorpresas que amenacen a la malla de coherencias que es patrón y prisión en suma.

Ciego y aletargado ya, es poco probable que puedas encontrar destellos de sorpresa en tu vida, salvo deslumbramientos recursivos que, de alguna manera son artificios parecidos a los fuegos que revientan a fin de año.

Esos artificios, concebidos en sí, para impresionar porque sí y desde sí, son lo inverso a los agujeros de la malla de coherencias cegadoras ya aludida.

Basten estas referencias, desde quien suscribe, un ser aprisionado en suma, claro que sí, pero con la esperanza viva de que los agujeros citados existen, y no hay que dejar de buscarlos en el ámbito de la austeridad y la persistencia.

[De mi antigua bitácora. Fecha original de Publicación 5 de Marzo de 2007]

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