Si no es perplejidad es abandono, pero el trance entre la obra y el sentimiento, es tenso como la cuerda que sostiene el cuerpo, ante un abismo de implicancias por atribuir.
Living Waters, acaso, más que la vida y la fluidez, manifiesta aquello que supera al ser atribuido, para dejar el agua y la vida, y al acto de especial vitalidad del elemento, y así transfigurarse aquello hacia la posible magnitud trascendente del tema en sí, en una posible redundancia de estratos ya no físicos, sino que más bien metafísicos. Pero todo, en definitiva, se sostiene desde el sentimiento de quien la escucha interpretarse, solemnemente aletargada en su cansino paso desde el surgimiento, a un dolor imaginado, que podría no ser sino descubrimiento, inauguración y éxtasis.
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