La Percepción en Sí

Primera introducción
[La palabra es celada de latidos y materia; la palabra es color y sombra; ella es todo lo aludido, en la suerte de molde grupal que atribuye forma y contexto, vago pero compartido. Tal fortuna nos reúne; no la desechemos; sepamos ver a través de las apariencias; ellas son señal, pero a veces también son una trampa. Cuando vemos, vemos lo visible, y soslayamos lo invisible. Entre lo invisible y lo evidente, entonces, habita la señal profunda del sentido y la perfecta magnitud].

Segunda introducción
[Y Dios dijo,…
…“caminen
las cosas del mundo
hacia su sinergia,
de manera tal que la ley
que estrecha las partículas,
haciendo de esta estrechez
el confín inconmensurable de los mundos y las estrellas,
provoque la ligazón de elástico vaivén
en dobleces y múltiples designios,
cual reptil que se deshace
en sus esferas de blanca partición
y cual oceánica criatura,
que en pos de su mitocondrial destello
arroja la gota nívea y preclara de retoños y reflejos,
para que el oleaje detone
el ritmo intrínseco de mares y líquenes dispersos,
en venenosas espías
y profusos roqueríos
de vida acongojada y marchita.

Broten de la muerte los sargazos
y decaigan los latidos
hacia su secuencia de apareo y migración,
en la persistente,
pero no infinita caminata
del viviente
hacia su paradojal entrega
de caída y resurgimiento”].

Tercera introducción
[La miseria es reflejo inverso del gesto creador]

Cuarta introducción
[Bienvenidos]

Quinta
[Que la dicha los inunde y la paz los retribuya
Que la suerte los acompañe
y la fortuna los recoja]

Sexta
[Los hombres son estallido de pertenencia esquiva y multiforme]...


Desarrollo
Mirando el reloj, vemos en el desplazamiento del segundero la expresión manifiesta y explícita de la sucesión de un tiempo que se hace sonido, movimiento y señal a la vez; esta percepción es difusa y engañosa; ella es cambio, sin perjuicio de que no se presente sino como su propia apariencia y nada más. El tiempo breve es invariante en nuestra vida, salvo porque sentimos la interrupción de la eternidad a cada instante.

Vaya cosa; eternidad sería, en este contexto, algo así como la perfecta sincronía de la percepción instantánea y su invariabilidad persistente.

Persistencia, ella es el vestigio de aquello que anhelamos desde nuestro nacimiento; la ausencia de cambio, para ser por siempre en nuestro propio gozo, y nunca en nuestra propia incomodidad o desdicha.

Patrones de persistencia, como continuo presentimiento invariante, cual tiempo que no es sino andanza del pensamiento, por sobre un universo estanco pero retribuyente de matices que se configuran como afortunadas sintaxis vívidas y esperanzadoras.

Esperanza; ella es hermosa, tal y como se presente, ni como virtud teologal ni como éxtasis en suma; esperanza como sentimiento de sentido, valga la redundancia si acaso la hubiera. Esperanza es percepción de rumbo y de tiempo que se engarza cual joya por sobre el círculo dorado de la eternidad, rodeando a nuestro ser más que a alguna parte del mismo, llámesele cuerpo o esencia propiamente tal.

La percepción que esperamos es la del instante fecundo, cuando las cosas y los hechos se hacen carne de sentido y esperanza, más que la expresión de la fortuna, hecha materia, o el gozo hecho sonrisa. Solo de calzada conciencia ante el rumbo y la distancia aminorada, somos perfectos y vivificantes ante nuestro prójimo y ante el mundo y su contenido.

Eternamente, si no nos anulamos, nos allegamos a las cosas, al espacio, al tiempo, a la luz y sus sombras como permanentes dialogantes del vuelco repentino del mundo hacia nuestras entrañas abstractas en intelecto y proceso, toda vez que desde la profunda suerte de ser negro destello inverso, mantenemos, con la aventura, una especie de riesgo y materia encarnada en miradas y contactos.

Miramos, y al mirar reflejamos aquello que se encarna como interconexión de entrañas, pensamiento, retrógrado instinto y constructivo gesto externalizante.

No sé lo que digo,

a medio meditar presiento,
cual sintaxis verbal,
la constructiva sinergia de latidos
y de profunda distancia del universo,
reflejada en mi cuerpo
hecho sentidos y animales determinaciones.

Cazados los rumbos del orbitante segundo que me arroba, dejo el acta de tal fortuna.

El que tenga prestancia que repare y acuse obra, que yo me retiro a mi rincón.

Un abrazo