lunes, 26 de noviembre de 2007

La Avenida Bisquertt de Rengo

Como si fuera distante pero presente, aparece la ruina y su antagónico recurso de flamante reliquia contrapuesta. Veamos qué digo, que la pena se me hace palabra y añoranza. Tal fraseo me doy para abrazar la inespacial derrota del tiempo por sobre las puntuales y desbordantes mansiones o similares existentes. Todo fue albor en su faena y dicha en la ocupación inaugural. Toda casa tuvo su primera noche de sábanas flamantes y olor vigente del yeso y del estuco reluciente, tras la cual se desbordaron noches y días de aciago fragor cotidiano. Algunas se abandonaron a su fatal destino de inútiles desvanes novedosos, sobre los cuales décadas transcurrieron hasta su caída o resurgimiento.
[link]La casa que aludo no existe y acaso nunca existió [link], fue solamente parte de un sueño de Noviembre del año dos mil siete. Caminaba por una Avenida Bisquertt imaginaria, cuando una casa de dos pisos, en la vereda norte, se abrió a mis pies, que sin dudarlo entraron a conocer la ruta de añoso uso y decoro. Tras un hall situado en el eje de simetría perpendicular al del sentido de la vía, iluminado intensamente por una lámpara de lágrimas de oxidados eslabones, desgastadas alfombras y antiguos muebles arrimados, pasé a un estar inmenso de distribución y luz cenital, en sentido paralelo y cuadrangular a la misma calle referida, de unos quince por treinta metros de ancho, era de doble altura con pasillos perimetrales superiores de tres metros de ancho, en vigas estables de roble, sobre las cuales corrí escapando de un antiguo presentimiento fantasmal, desde una suerte de living superior arrinconado, en su esquina sur oriente.
Frente a ese pasillo recorría el otro tramo de menor uso y mayor decoro, en cuadros de óleos olvidados y sillas torneadas de apolillado pero vigente tapiz desgastado. Sentí bajo mis pies el retumbar seco y severo de una estructura sana y razonable de un roble en perfecto estado de trabajo y servidumbre. Puede que la vista de los hermanos que aún ocupan lo que fuera el Hotel Central de Rengo me produjera esta sensación, hecha arquitectónica traza de pilares leves y verticales caídas de luces ante salones extensos de aparente y vacío destino.


A inicios de este año mantuve una visita con la hermana aludida, quien me contara de las décadas de esplendor y uso masivo del recinto, sobre el cual desfilaran campañas, presidentes, candidatos, novias y personajes recurrentes. Profunda añoranza sentimos cuando, al retirarme, miráramos hacia lo profundo del pasillo vertical. Aludía la señora, a los años transcurridos de carreras, trabajo, hospedaje y vida pasada.
En las afueras se sitúa un escaño, la vereda es ancha y los árboles inmensos. Llegan a dormir las garzas, por temporadas impredecibles, dejando inutilizable a veredas y calzadas por días y días de estadía; todo es blanco desecho animal, y los autos se desvían, más esta avenida persiste en su ancho majestuoso de treinta y nueve metros de ancho por trescientos cincuenta y cuatro metros de longitud con su bandejón intermedio intacto de soleras burdeos y césped sobreviviente. Palmeras Phoenix Canariensis recorren de punta a cabo la calle, y robles americanos, y otros gigantes se elevan, como catedrales de longitudinal travesía. Todo es más ruina que fulgor, pero inexplicablemente persiste la presencia impresionante de avenida y vivienda potencial. Caso a caso no hay más que seña de sísmica derrota, tras la cual resurge la imaginaria vivienda descrita, como síntesis de tantas otras que viera por una y otra ciudad de este país. Todo se va, nada se queda salvo como desuso o derrota de la vida, cual Partenón caballerizo de explosivo trueno final y saqueadas molduras y frisos.
Cada ruina es el remanente de un total de señas del mundo ido persistente, adonde brilla el desgaste y permanece la añoranza. Vestidos de ese trazo, caminamos por las cosas, reconociendo su futuro y su pasado. Tal viaje suspendido conocemos y acaso soñamos. Se irán los hermanos y quien les habla, pero perduran las señales del paso cansino de sus manos y su obra, cual procesión por la avenida inmaterial de la vida, que se ensancha o enangosta cual medida de majestad y premura.

¿Cual es el ancho y la extensión metafórica de tu propia avenida inmaterial que transcurre según el paso, la huella y la señal de tu existencia?

¿Cuál ritmo virtual se desata de tus actos y determinaciones?

¿Eres la definitiva forma del acto arquitectónico pausado de una especie de camino sereno y decoroso, por entre el cual se desarrollan frisos, volutas y molduras en fachadas severas y blanquecinas, de vertical presencia tras la ancha vereda de tu alma, frente a la calzada adoquinada de tu suerte y tu destino?, ¿o eres un callejón oscuro y desmembrado, donde la tierra se encharca y se enloda entre morales y cagarrutas de animal desprevenido?.

¿Eres en suma tu propia vida en tránsito de ancho y reverdecida procesión, cual avenida de vertical bruma y extensa luminosidad repentina?

¿Se engasta tu humildad cual avenida Bisquertt, adonde las ruinas no importan y se mantiene digna la pericia de la magnitud?

¿Adviertes, en suma, que la propia vereda de la propia y modesta acción no es sino parte de la huella de muchos otros, que caminan hacia el mismo y definitivo destino, cual avenida que procesiona su manera y ritmo, para el arribo sereno y majestuoso, a los brazos de otra vida interrogada pero manifiesta?


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Para conocer un estudio acerca de las condiciones técnico-urbanísticas de esta avenida, imperantes en 1999, hacer click AQUÍ

5 comentarios:

Lilian dijo...

Como ya te comenze a contar en mi blog, me has dejado particularmente en las nubes con este poema tuyo [y no es por la altura de los robles americanos de esa avenida ;o/ ... como insinuaste]. Tienes que haber escrito con mucha intensidad porque la energia trasciende y es poderosa y cautivo mi propia anhoranza... sera tambien porque ciertos detalles en tu suenho me hicieron recordar la casa donde creci en Santiago de Chile?

Excelente combinacion de arquitectura y poesia Sr. Meza. Le felicito efusivamente por este escrito y gracias, gracias por postear consistentemente textos interesantisimos y originales.

Anónimo dijo...

Las puertas y marcos de ventana, desde que tengo uso de memoria, han sido un foco de atraccion para mi en Aquitectura. La foto de la puerta de entrada al hotel antiguo de Rengo me intriga. Me pregunto, que hay mas alla de esa puerta; ademas, la puerta es igual a la puerta de la casa donde creci en Santiago de Chile. En esa casa, despues de la puerta habia un pequeno hall con piso de cercamica, seguido por una doble-puerta de madera y mucho vidrio, finamente tallada. Sabes tu si ese tipo de entradas -tan interesante a mi parecer- fue parte de algun tipo de construccion y periodo especificos en Chile? Se agradeceria cualquier informacion que pudieses proporcionar al respecto. Saludos!

Lilian

Sergio Meza C. dijo...

Podría inclusive adjuntar fotos del ex-hotel central; su fachada es simétrica, como antes; la puerta al medio, tras eso la mampara (zaguán)y despues un pasillo de doble crujía; recintos a ambos lados (dos estares), hasta llegar al fondo, que es un fondo muy detrás con muchos agregados; se podría decir que hay como tres casas en una sola.-

Anónimo dijo...

Eso que describes suena exactamente como la casa en que naci y me crie.

Otra pregunta: que es "un pasillo de doble crujia"?

La simetria que aludes en estas casas antiguas me hace sentir muy comoda parece :o)

Lilian

Sergio Meza C. dijo...

Doble Crujía, o Crjía Doble implica un pasillo que sirve a ambos lados a dependencias.

Comunmente implica simetría, no siempre.

las casas antiguas eran simétricas en su fachada, por lo menos era lo común en Chile.

En el barrio Independencia de santiago hay muchas así, con mampara (zaguán), y uno, dos o tres patios, cuya jerarquía va decreciendo, siendo el primero ornamental y los posteriores de servicio.

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