El arco dramático es realmente muy elemental:
Un hombre muere diciendo una palabra que nadie comprende en su sentido e implicancias; un medio de prensa decide investigar esto; no logran cerrar el círculo, que tenía una explicación muy simple; aludía a su trineo de cuando era niño, que debió dejar tirado sobre la nieve cuando debió marchar obligadamente a la ciudad.
Su infelicidad explicaría toda su vida restante; eso sería todo; extrañaba su simple vida de niño que le fue arrebatada (sin perjuicio de que todo parecía indicar que su padre se las traía)
Me temo que la debilidad de este filme estriba en su poca espiritualidad; una historia elemental, con un mensaje demasiado superficial, pero desarrollada cinematográficamente por, acaso el más grande genio del cine; Orson Welles; quien se hiciera cargo de gran parte de su materialización a los 25 años.
¿Que si hizo más escuela en el cine que todas las demás películas?; ¡perfecto!, pero eso ¿la hace ser la mejor?; seguramente no, como no es más santa aquella persona que hace más el bien, siendo la santidad (como la maldad) una condición del alma que no obedece a las acciones, sino a la mirada y la concepción que se tiene sobre el mundo, en directo contacto con la propia esencia
(¿Es más feliz quien más sonríe?)
A continuación, una serie de notas sueltas en relación a fotogramas que dan cuenta o acaso insinúan los aciertos geniales de esta Obra de Arte.
(Debo reconocer que los comentarios no son todo lo afortunados que hubiera querido, pero más adelante podré mejorarlos, si es que viniera al caso)
Sin emotividad alguna se presenta el filme; no hay señal ni indicio
Al revés, esta primera imagen de aproximación, determina el tamaño del personaje y su distante presencia
Monograma de identidad
A la inversa el inicio del filme, su obertura remata en la secuencia magistral, genial, brillante e inaugural de la bola de nieve que revienta
“Rosebud” es la palabra ancla del filme; todo en él implica la búsqueda de la unión entre la vida de Kane y esa palabra final
Lejanía de Kane niño, enmarcada por la frialdad de la nieve y de su madre, cortando fríamente sus temores hacia su marido y su abandonada vida con el representante del Banco que “apadrinará” al heredero
Abandonado queda el trineo que al final del filme es cremado en los hornos de la mansión de un Kane fallecido; “Rosebud” decía el trineo. Se cierra el ciclo
Kane en su diario, con estos ya comunes dobles planos de doble intensidad, doble protagonismo y contrastada distancia en pos de sentidos manifiestos; la lucarna de fondo, el cielo bajo, opresivo
La primera esposa de Kane es bellísima, y la mirada que ella le regala un día, cuando recién casados le insinúa que se quede y no vaya a trabajar para que estén más rato juntos, posee una carga de sensualidad, excitación y deseo sexual, como pocas he visto en esa época.
El teatro donde Kane se despliega en una muestra de egocentrismo politico absoluto; ël es el destino; el la faz y el rumbo; él se basta y se mantiene
Kane al cuadrado; las señales de las tomas, plagadas de potencia expresionista son potenciadas unas con otras.
Potente fuga de planos y contraste de actitudes, Kane amenaza a su contrincante político, cuando este lo chantajea con su idilio secreto con una mujercita de menor calibre (por decirlo de un modo coherente a como se la presente en el filme)
La potencia de planos distantes y próximos contrastando en una sola escena es común y siempre se condice con el sentido del contexto en general
Infinito proyectado en la decadencia de un hombre
La lucarna por donde, creo, se ingresa al lóbrego restaurant de la segunda esposa de Kane; se ingresa a la escena siguiente en una continuidad absoluta, sin perjuicio de que en una película más antigua, creo, vi esta misma secuencia; la película se llamaba Pigmalion. Antecedente cinematográfico directo de My Fair Lady (una comedia musical)
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