¿Qué ha logrado la búsqueda de encarnación de los nobles ideales sino el advenimiento de sus miserias contrapuestas? Este es el mensaje: abandonen toda idealización capaz de constituirse como el fin que justifica absolutamente todos los caminos que se desea instituir provisoriamente. El hombre noble cabalga el potro de sus demonios y consigue someterlos, para revertir en su zumo, toda aquella destructiva fuerza natural que los define. La virtud no es otra cosa que la astucia constructiva capaz de administrar, para bien, toda la mucho más amplia naturaleza ineludible e impostergable del ser humano.
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