Todos tendemos a decir lo que, al menos, no desagrade al resto. Todos trastocamos nuestra posición ante las cosas de la vida. Todos esperamos lo mismo de los demás. Todos elegimos a nuestros representantes de acuerdo a cómo somos. Todos elegimos a los mentirosos. Todos, mentirosamente, rasgamos vestiduras cuando debemos decir lo que, pensamos, se espera oír de nosotros respecto de la mentira. Se cierra así el círculo de una sociedad embustera. ¿Cómo modificar algo tan perversamente coherente?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario