Para aquilatar y expresar los estados del alma, se requiere una especie de transformación de estos a expresiones topológicas simples. Entonces, por ejemplo, se puede figurar una molestia o enojo como un bulto gris, ubicado en contigüedad a otra figura tridimensional de un color más claro y definido, que puede figurar una certeza de índole afectiva o de otro tipo. De la lectura de cómo se relacionan tridimensionalmente estos bultos, es posible establecer correspondencias en el ámbito filosófico. Por ejemplo si los volúmenes se intersectan, se puede denominar a esa zona de coincidencia como un estado de especial indefinición o multiplicidad de estados simultáneos del ánimo. Luego redactar tal suerte de lectura a modo de aventurado orden, fórmula o padecimiento.
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