La superficialidad no da tregua. Cuando en Chile estuvo vigente la sencillez y austeridad a fines de los '60 e inicios de los '70, ella se vestía con telas sencillas y diseños toscos para dar tal apariencia. Y si estuviera de moda la Teoría General de la Relatividad, usaría su fórmula más conocida estampada en poleras. Si estuviera muy presente la filosofía en la vida pública, le pondria Schoppenhauer a su mascota. Si se siente creyente se cuelga una medallita bien visible al cuello y si fuera inminente un conflcto bélico acudiría a símbolos pacifistas reconocibles.
Doña Superficial siempre acierta, nunca desvaría; no falla en lo aparente por cuanto no corre el riesgo implícito en la reflexión y la originalidad. Ella se desvive por dar en el gusto y desconoce la belleza (de hecho confunde lo primero con la segunda). No ve, sólo mira; no observa, solo reconoce. Camina irradiante y vacía, convencida de que los demás se le asemejan. Su ocaso es triste, su vejez es bizarra y su muerte, insustancial.
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sábado, 24 de noviembre de 2018
DOÑA SUPERFICIAL ES FATUA Y PECA DE COHERENTE
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Entrada publicada originalmente a las
8:05 a.m.
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