[16/6/2015] Intentando tomar un poco de distancia, lo que cada quien expresa en las redes sociales es un vector de ínfima magnitud, por muy asertivo y representativo que sea su sentido.
Podemos estar percibiendo favorablemente una opinión que no apunta a nada, ni se potencia con nada pero que hace los aspavientos necesarios para aparentar ser precisamente lo contrario a aquello que, en esencia, es, a saber, una particular e intencionada nimiedad.
De tal manera, una soberana estupidez, dicha según las claves vigentes, utilizando las palabras estratégicamente adecuadas para hacer creer que lo que se asevera es cierto, directo, profundo, revelador, puede lograr detonar el [va metáfora] "coro de sapitos" lo suficientemente bullicioso para hacer sentir, a cada sapito, que es alguien muy importante en cuanto se mide y asimila, ilusoriamente, al efecto total que someramente alcanza a percibir desde sus propias expectativas y afinidades en relación a la charca desde cuyos bordes se mide y sitúa.
Finalmente caemos en lo de siempre; las consabidas expectativas y afinidades son la trampa del individuo; desde ellas se caza, se deja atrapar involuntariamente y se autoconvence que, en tales padecimientos, está la clave de la verdad, la justicia, lo bueno y conveniente "para todos" haciendo de tal "secuestro perceptual" la paradojalmente riesgosa, subrepticia y nefasta arma con la cual cada quien mira el mundo como si el mundo fuera una simple proyección de la esencia de su propia subjetividad, surgiendo convencidas afirmaciones tales como que si cualquiera de nosotros lo desea, podría detener una galaxia para, posteriormente, hacerla girar en sentido contrario...
...y cosas así ¿no?
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