domingo, 25 de mayo de 2014

A cada quien su esplendor desde sus propias limitaciones

[©SmcArq] Mucha gente - y puede que uno mismo - habla, cada vez que puede y cada vez que lo considera pertinente, acerca de lo “creativa” que debe ser la vida de las personas y que, para lograr una vida así, se debe enseñar, sobre todo a los niños, a poder “expresarse libremente". Pero cuando, efectivamente, esa misma gente se ve enfrentada a acontecimientos creados, pero de verdad CREADOS, se asustan o se desestructuran y, de las más diversas maneras, se apartan o huyen despavoridos; se alejan del lugar donde aquello creado irradia su impronta generadora.  Ello es así porque una cosa es llenarse la boca con la palabra “creatividad”, pero otra cosa distinta es estar preparado espiritualmente para poder vivir ante o dentro del mundo que semejantes “creaciones” abren y enrostran.

Esas mismas personas que huyen, en el fondo, no se referían a cambiar al mundo cuando hablaban de “creatividad”; sólo se estaban refiriendo a darse o permitirse cosas más llamativas, brillantes, rimbombantes y, aparentemente, novedosas, para poder andar por la vida,acostumbradamente común y silvestre,con una sensación de mayor alegría,jerarquía y optimismo social , en relación a objetos o situaciones que, al menos, simulen un estado personal de “actualidad” e importancia.
 
Patética mediocridad es tomar "así" a la creatividad. Y así solemos ser la mayoría de nosotros. Reconozcámoslo y afrontemos el lugar donde estamos parados en relación a los demás (y, entre los demás, en relación a determinados creadores, a los cuales solemos ignorar a título de autodefensa) y démonos cuenta que, cuando nos aferramos a determinadas palabras que nos prestigian si las pronunciamos, normalmente estas nos quedan muy grandes. Aprendamos a desprendernos de aquellas palabras que nos superan como personas; palabras que nos miran desde arriba y, ante las cuales, nos sentimos determinados con nuestras limitaciones. Aunque esto no nos guste.
Pintura de Jean-Michel Basquiat, a título de ejemplo

[Conclusión]

Si tenemos limitaciones, hablemos desde ellas, en vez de andar diciendo cosas de las cuales no nos podemos hacer cargo, sin perjuicio de, anteriormente, habernos recocido los sesos y refrito los ojos leyendo mil cosas aparentemente atingentes.
P.S.
[Paradoja humorística] Lo anterior, en atención al nº 7 del Tractatus logico-philosophicus de Ludwig Wittgenstein que dice que "De lo que no se puede hablar, mejor es callarse." :-)

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