[©SmcArq] En estos días estaré agregando comentarios por obra o en general. Pero para hablar de este inmenso artista, es necesario reunir un cuerpo representativo de su versatilidad tan elocuente, pero tan unida por un hilo de Ariadna perfectamente reconocible, centrado en atributos que, creo, solo son posibles de expresar en términos netamente poéticos.
Vamos a ver qué sale.
Lo que más me ha llamado siempre la atención en Tâpies es que, en el fondo, su pintura no es abstracta ni figurativa; ya expondré más adelante por qué afirmo esto, sin perjuicio de haber hablado antes de que hay poder de abstracción en sus propuetas. Pero en general, lo suyo ni es abstracción ni es figuración; tal medianía implacable es lo que más me ha conmovido en su obra.
Aparentemente su pintura es casi una estafa para quienes quieren encontrar la complejidad de la representación; pero en Tàpies la representación no existe, y si algún símbolo es reconocible es porque ha sido sacado de su pleno contexto, para darle otro, de similar potencia, pero de nuevo sentido.
Cruces que no crucifican, rayados que no logran sino expresar un grito puro, traspadaso a lo visual.
Metafóricamente la pintura de Tàpies es alquímica.
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La letra a no es "a" y la letra t no es la letra "t",
ya que ambas representan una "letridad" ausente,
dispuesta para marcar su intensidad gráfica
a partir de su fuerza de acometida sobre la materia.
La letra no es "esa"letra, sino que es "cualquier letra"
aludiendo a una cosa poderosas del rayar alguna superficie con ella.
La letra es su propio pretexto "improntado" sobre su soporte.
Entendamos bien esto; no es necesario saber por qué
se puso una letra "a" y una letra "t";
Lo que se necesita saber está contenido
en la disposición de estas letras
relacionadas con los demás elementos de la obra.
La obra no figura a estas letras; la obra las reformula
en su poder de trazo y acometida. |
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El brochazo vertical contrasta
en su delgadez y linealidad
con respecto a las costras allegadas a la superficie;
A los pies del soporte el brochazo se desgrana en grafismos
Son 4 las partes de esta obra; costras, brochazo, grafismos, soporte rosado
Resulta difícil comprender
que lisa y llanamente eso es todo lo que el artista quería decir
dejando en los demás la vivencia de tal factibilidad .
Tàpies desencadena hechos factiblemente cuasi-espontáneos
elevados a la categoría de Obra de Arte.
Tàpies extrae de la realidad su manera de registrarse.
Tàpies aprendió los códigos de lo realmente espontaneo
para hacerlos su propia representación transfigurada. |
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Lo impresionante en Tàpies es siempre
la capacidad de bordear lo bàsicamente soportante
de manera tal de hacer de esta postura limítrofe
un esplendor particular.
Tàpies sabe tornar un soporte complejo
en una propuesta simple y vibrante. |
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La reunión de partes puede volverse una disputa inasible
de manera tal de poder reconocer una especie de "energía" atrapada
en el brochazo impertinente
factible de ser encontrado en la molestia callejera
de una ofensa escrita
pero en el caso de sus obra es siempre una trascendencia
a partir de la descontextualización de tal poderosa energía anónima.
Tàpies fue siempre un aprendiz de lo cotidianamente inédito y espontaneo.
Tàpies siempre fue un cazador de espontaneidades. |
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Disputa evidente de soporte y acometida particular.
La "muralidad" de esta propuesta es evidente. |
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Cuando afirmo que Tàpies no es ni abstracto ni figurativo
pretendo aludir a esta especie de independencia absoluta
de la figura en su "transfiguración poética".
Cuando Tàpies toma algún elemento reconocible
suele hacerlo para modificar plenamente su significado y su esplendor.
El poder descontextualizador de las obras de Tàpies es completo.
Las partes reconocibles que el maestro escoge
forman parte de otras realidades sobre el soporte
o como parte del soporte.
Suele ocurrir que aquello que Tàpies escoge
para formar parte de sus obras
se transfigura en la esencia de su propio esplendor. |
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