[©SmcArq] El Arquetipo de alguna manera constituye una manifestación de esencia lingüística, ya que su presencia implica un llamado, por decirlo de algún modo preliminar, al instinto específico convergente al contexto abordado.El arquetipo es vacío en contenido semántico; es automático en su aparecimiento y trae a presencia aquello terminalmente requerido.
La Matriz (la madre) por ejemplo es soporte de innumerables arquetipos, pero finalmente cuando un arquetipo se desgrana en múltiples versiones, se puede decir bajo particulares circunstancias que las imágenes diversas no son sino las versiones variadas de lo mismo.
¿Pero a qué suelen aludir estos “arquetipos”?, me lo pregunto en el sentido que apunta a desvelar la importancia de los mismos. Yo no tomo un arquetipo para buscar una señalética específica, o para identificar un lugar. Pero sí uso arquetipos para identificar cosas más permanentes como los ídolos personales, o para clasificar mis amistades según mis tendencias desde las que establezco mis relaciones interpersonales.
Parecido al arquetipo es el paradigma, pero no es igual; el paradigma puede inclusive constituir una relación uno es a uno con la mayoría de las percepciones; y así pueden haber paradigmas para las tazas, para las agujas, para los dedales, inclusive para el excremento, pero el arquetipo de algo alude, por decirlo de algún modo, al modelo ejemplar, y como tal se ubica en el ámbito de lo cualitativo.
El Arquetipo es un paradigma ejemplar, pero más específico que esto es.
Entre paradigmas puedo establecer conexiones que podría llamar sintácticas por cuanto pueden contener intensiones lingüísticas; imaginemos lo siguiente; en un formato de cuatro por dos y media pulgadas tengo las imágenes de la Virgen de Lourdes y de Satanás; dos imágenes en el mismo formato. Una representa la femenina maternidad sublime y sacrosanta. Por su parte Satanás, así rojo, con cola y cuernos, humanoide si se quiere, representa la masculina y absoluta perversión cósmica, llevados ambos ejemplos al mundo de los hombres; María si acaso ahora no lo es, antes fue humana (pudo no haber existido nunca inclusive. Esto lo afirmo hasta no tener pruebas concluyentes, así como de las mías las hay de que existo; tengo ácido desoxirribonucleico, tengo huellas digitales, y tengo un cuerpo presente hoy por hoy que es posible de identificar y caracterizar mediante pericias específicas). Satán, ya fue aludido como representado como humanoide, así que acordemos que ambas representaciones están destinadas al género humano.
Continúo; …pongo a la izquierda a María, al lado derecho pongo a Satán, separados a dos y media pulgadas; entonces subyace entre ambas imágenes una distancia que es la misma de sus anchos. Esta sintaxis plástica, visible es factible de ser analizada libremente, pero podemos decir objetivamente que María junto a Satán establece una relación de anulación de lo segundo por sobre lo primero, en cuanto la imagen de María tiene colores más claros, y los de Satán son más obscuros. Occidentalmente escribimos de derecha a izquierda, lo que es una convención perfectamente descartable. Los textos hebreos van de derecha a izquierda. Pero en este contexto cultural tener a algo a la izquierda y frente a uno, le da más importancia pues se “lee” primero que lo segundo, y así la ficha gráfica de la Virgen María a la izquierda de Satán inmediatamente le da predominancia por sobre la ficha de Satanás. La sintaxis es, por decirlo de algún modo, jerárquica. Surgen otras maneras de disposición; La imagen de la Virgen arriba, la imagen de Satanás abajo, pero esta disposición es complementaria (leemos de izquierda a derecha y de arriba abajo). Las disposiciones contrarias tendrían la lectura inversa por cierto.
Distinto es poner sintácticamente el paradigma de un sillín de bicicleta (como en ese ya majadero video de estimulación laboral conocido por muchos de nosotros) junto o pegado a un trasero de un ciclista; esta sintaxis no es ejemplar sino pragmáticamente establecida como una relación funcional de lo uno con lo otro, y toda lectura ejemplar no será, acaso, implícita del ejemplo, sino que tendrá origen subjetivo en nuestra visión del hecho. Podemos ver a Dios en el agua cayendo dentro de un vaso, pero el agua que cae al vaso no tiene en sí ninguna intencionalidad implícita (no estamos viendo esto en rito alguno, de religión alguna, ni nada por el estilo; por ejemplo, para quitarle todo contexto sugerente, vemos esta agua contenida en un partido de fútbol, el jugador expulsado por tramposo y conocidamente delincuente y violador fuera de la cancha sale del campo de juego, toma el vaso, echa el agua y se la toma, ¡ya está!, así que queda en los ojos de quien contempla el establecer la divinidad del líquido transparente)…
…”vi a Dios en el agua que entra en el cuerpo sucio y condenable del delincuente, como el aire que purifica el mundo de los hombres, y establece la claridad para distinguir entre la creación y la perversión”, dirá el espectador iluminado.
¿Queda claro que el agua en el vaso, en ese contexto, no es Arquetipo de nada, pero si es metáfora de Todo?
El Arquetipo es un paradigma ejemplar referente y no solo consecuente de las relaciones de las cosas en el mundo; un lápiz con la hoja de papel, una estaca y la cuerda de la carpa, un órgano sexual masculino con un femenino (dispuestos como se quiera), una flecha y un arco, un puño y una mejilla, en fin. Todo esto constituye sintaxis que alude a objetos o hechos paradigmáticos; necesito eventualmente ejemplos atribuibles a la posibilidad de establecer sintaxis entre los elementos pertinentes.
El Arquetipo, en cambio, y para terminar con este segundo intento, apunta a sentidos trascendentes pero de un modo intrínseco; …
… El Arquetipo es un paradigma ejemplar intrínsecamente trascendente.
Dejémoslo ahí por ahora (...un ahora que ha durado 5 años)
La Matriz (la madre) por ejemplo es soporte de innumerables arquetipos, pero finalmente cuando un arquetipo se desgrana en múltiples versiones, se puede decir bajo particulares circunstancias que las imágenes diversas no son sino las versiones variadas de lo mismo.
¿Pero a qué suelen aludir estos “arquetipos”?, me lo pregunto en el sentido que apunta a desvelar la importancia de los mismos. Yo no tomo un arquetipo para buscar una señalética específica, o para identificar un lugar. Pero sí uso arquetipos para identificar cosas más permanentes como los ídolos personales, o para clasificar mis amistades según mis tendencias desde las que establezco mis relaciones interpersonales.
Parecido al arquetipo es el paradigma, pero no es igual; el paradigma puede inclusive constituir una relación uno es a uno con la mayoría de las percepciones; y así pueden haber paradigmas para las tazas, para las agujas, para los dedales, inclusive para el excremento, pero el arquetipo de algo alude, por decirlo de algún modo, al modelo ejemplar, y como tal se ubica en el ámbito de lo cualitativo.
El Arquetipo es un paradigma ejemplar, pero más específico que esto es.
Entre paradigmas puedo establecer conexiones que podría llamar sintácticas por cuanto pueden contener intensiones lingüísticas; imaginemos lo siguiente; en un formato de cuatro por dos y media pulgadas tengo las imágenes de la Virgen de Lourdes y de Satanás; dos imágenes en el mismo formato. Una representa la femenina maternidad sublime y sacrosanta. Por su parte Satanás, así rojo, con cola y cuernos, humanoide si se quiere, representa la masculina y absoluta perversión cósmica, llevados ambos ejemplos al mundo de los hombres; María si acaso ahora no lo es, antes fue humana (pudo no haber existido nunca inclusive. Esto lo afirmo hasta no tener pruebas concluyentes, así como de las mías las hay de que existo; tengo ácido desoxirribonucleico, tengo huellas digitales, y tengo un cuerpo presente hoy por hoy que es posible de identificar y caracterizar mediante pericias específicas). Satán, ya fue aludido como representado como humanoide, así que acordemos que ambas representaciones están destinadas al género humano.
Continúo; …pongo a la izquierda a María, al lado derecho pongo a Satán, separados a dos y media pulgadas; entonces subyace entre ambas imágenes una distancia que es la misma de sus anchos. Esta sintaxis plástica, visible es factible de ser analizada libremente, pero podemos decir objetivamente que María junto a Satán establece una relación de anulación de lo segundo por sobre lo primero, en cuanto la imagen de María tiene colores más claros, y los de Satán son más obscuros. Occidentalmente escribimos de derecha a izquierda, lo que es una convención perfectamente descartable. Los textos hebreos van de derecha a izquierda. Pero en este contexto cultural tener a algo a la izquierda y frente a uno, le da más importancia pues se “lee” primero que lo segundo, y así la ficha gráfica de la Virgen María a la izquierda de Satán inmediatamente le da predominancia por sobre la ficha de Satanás. La sintaxis es, por decirlo de algún modo, jerárquica. Surgen otras maneras de disposición; La imagen de la Virgen arriba, la imagen de Satanás abajo, pero esta disposición es complementaria (leemos de izquierda a derecha y de arriba abajo). Las disposiciones contrarias tendrían la lectura inversa por cierto.
Distinto es poner sintácticamente el paradigma de un sillín de bicicleta (como en ese ya majadero video de estimulación laboral conocido por muchos de nosotros) junto o pegado a un trasero de un ciclista; esta sintaxis no es ejemplar sino pragmáticamente establecida como una relación funcional de lo uno con lo otro, y toda lectura ejemplar no será, acaso, implícita del ejemplo, sino que tendrá origen subjetivo en nuestra visión del hecho. Podemos ver a Dios en el agua cayendo dentro de un vaso, pero el agua que cae al vaso no tiene en sí ninguna intencionalidad implícita (no estamos viendo esto en rito alguno, de religión alguna, ni nada por el estilo; por ejemplo, para quitarle todo contexto sugerente, vemos esta agua contenida en un partido de fútbol, el jugador expulsado por tramposo y conocidamente delincuente y violador fuera de la cancha sale del campo de juego, toma el vaso, echa el agua y se la toma, ¡ya está!, así que queda en los ojos de quien contempla el establecer la divinidad del líquido transparente)…
…”vi a Dios en el agua que entra en el cuerpo sucio y condenable del delincuente, como el aire que purifica el mundo de los hombres, y establece la claridad para distinguir entre la creación y la perversión”, dirá el espectador iluminado.
¿Queda claro que el agua en el vaso, en ese contexto, no es Arquetipo de nada, pero si es metáfora de Todo?
El Arquetipo es un paradigma ejemplar referente y no solo consecuente de las relaciones de las cosas en el mundo; un lápiz con la hoja de papel, una estaca y la cuerda de la carpa, un órgano sexual masculino con un femenino (dispuestos como se quiera), una flecha y un arco, un puño y una mejilla, en fin. Todo esto constituye sintaxis que alude a objetos o hechos paradigmáticos; necesito eventualmente ejemplos atribuibles a la posibilidad de establecer sintaxis entre los elementos pertinentes.
El Arquetipo, en cambio, y para terminar con este segundo intento, apunta a sentidos trascendentes pero de un modo intrínseco; …
… El Arquetipo es un paradigma ejemplar intrínsecamente trascendente.
Dejémoslo ahí por ahora (...un ahora que ha durado 5 años)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario