[RAE: “2. Mús. Composición en que se desarrolla una idea musical, simple o compuesta, con independencia de su acompañamiento, en oposición a armonía, combinación de sonidos simultáneos diferentes, pero acordes.”]
[©SmcArq] Melodía y armonía suelen acompañarse, con la salvedad de que la melodía, necesariamente debe producirse en el transcurso temporal, cosa que no ocurre con la armonía, que se puede producir en un instante.
Por lo anterior es posible pensar que la melodía es eminentemente discursiva y la armonía es principalmente sintética.
La melodía, se las ve con la identidad y esencia de un conjunto de sonidos, en la medida en que ellos manifiestan una coherencia perceptible e identificable, más difícil a veces de nombrar, por cuanto para nombrar melodías, podemos aludir a diferentes aspectos que subyacen en nuestro bagaje de factores factibles de relacionar.
Pero entremos directo a algunas conceptualizaciones que me parecen atingentes:
La melodía es coherente por definición; la incoherencia en el transcurso de una sucesión de sonidos determina que aquellos sonidos incoherentes no constituyen melodía. Tal cosa es así por cuanto entendemos que el concepto de melodía se relaciona directamente con el concepto de unidad (siempre existirá quién diga, como no, que pueden existir melodías planteadas desde su incoherencia, y que tal incoherencia es el vacío de una suerte especial de silencio, o de pausa o bien de falta de homogeneidad en el transcurso de una serie de sonidos, cosa que, en el fondo, es contradictoria).Una melodía podrá contener elementos armónicos o no, podrá contener en sí la afinación o la desafinación deseada, podrá tener el orden manifiesto o el desorden intencional, pero en sí no podrá contener intrínsecamente la incoherencia de sus partes o sonidos.
Una melodía es discursiva, por cuanto necesita del desarrollo y exposición de sus partes para acontecer plenamente, por mucho que un músico experimentado vea en el golpe de vista algún atributo sobre el pentagrama.
Entonces, una melodía es reconocible en sí y por sí desde la unidad de sus partes. Pero para que esto suceda, la melodía tendrá que ser, también, sintética.
Tal tensión entre “discursividad” y “síntesis” es natural en una melodía.
¿Cual sentido podrá tener una melodía, que de por sí es abstracta? (lo anterior expresado sin considerar el hecho de su utilización figurativa, como es el caso de la sinfonía 1812 de Chaikovski, donde se utiliza la melodía principal de la Marsellesa, para expresar la presencia de la Francia napoleónica).
¿Cuál sentido podrá tener?. Difícil respuesta; una sucesión de sonidos es tan abstracta como una sucesión numérica; estas simplemente acontecen con la libertad del vacío conceptual; es como lo que ocurre con todo elemento primordial dentro de un campo de acción. Ejemplos:
El sistema solar, una galaxia, un átomo, el conjunto de los números naturales, las bolas dentro de una mesa de pool, el sonido de una cascada, un derrumbe y su sonoridad compleja de clastos rozándose entre si, el roce acompasado de una pareja teniendo sexo, el fin de una reunión en un salón cuando se mueven sus sillas y las patas rozan el suelo de parquet, la cometida de una bandada huyendo del depredador terrestre en la sabana, etc.
Aludí a campos de acción de diversas escalas y naturalezas, para desencadenar la mirada amplia que se debiera tener en relación a este tema, que simplemente he llamado La Melodía.
Toda mi vida me ha llamado la atención esto de que un conjunto de sonidos luzcan como si fueran una sola idea; idea que desconozco; idea que no puedo nombrar ni figurar, sin matar la esencia de su raíz; idea que simplemente es eso, por cuanto así la relaciono y la replico inconscientemente al silbarla posteriormente; de hecho, en la medida de mis capacidades de memorización, podré citar la melodía completa, incompleta, idéntica o con variaciones erróneas en su reproducción, pero siempre será imitativa la reproducción de “la misma” melodía que oí, y siempre podrá tener una causa esta repetición.
Cerebralmente existe la tendencia a imitar aquello que nos sobresalta y valoramos; el ejemplo de los padres, un hermoso dibujo, la maquinaria intrincada que desencadenará el artilugio factible de comercializar dentro del nicho que los autores originales abrieron (los productos “Made in China” están saturados de este espíritu), y así.
La melodía, en sí, se presenta abstracta, pudiendo recibir identidades diversas y subjetivas, y ella, la melodía, podrá compararse numéricamente pues los sonidos en sí son categorizables de un modo evidente; al reconocer una escala musical, reconozco una sucesión de sonidos distintos y ordenados en pos de su incremento o detrimento de ondas por unidad de medida de distancia o tiempo.
La melodía es un atributo de un conjunto de sonidos.
La melodía, en todo caso es subjetiva en su creación, por cuanto ella necesita de ser reconocida y reconstruida para existir como “aquello unido y sucesivo”
La melodía es un conjunto de sonidos coherentes, que discursean su propia coherencia en el tiempo.
La melodía es abstracción pura, puesto que ella se manifiesta por sonidos que no tienen significado.
Puedo encontrar equivalentes de la melodía en la literatura, en la estrofa, que es única y capaz de auto sustentarse.
La melodía, en todo caso es una suerte de ladrillo complejo de la percepción musical.
La melodía es la manifestación de un sentido, claramente esto es así.
Pero la melodía es la manifestación de un sentido audible e interpretable, que no tiene significado intrínseco.
Hablábamos de un fragmento de la Marsellesa anteriormente, que es citada en una Obertura, y ella, por ser plenamente reconocible por el auditor, cobra un significado en el total de una obra musical; en este caso la melodía cobra significado; en este caso significa Francia y su contienda (diré), pero no es en la lectura que se manifiesta el esplendor de la melodía; si se manifiesta en el debido contraste que expresa la atención de aquel que escucha la sucesión de quiebres precisos, para “enconar” el alma con la suerte de llave sin significado que detiene la inteligibilidad, y sostiene la atención somera, en pos de una suerte de suspenso, en pos de una coherencia (hemos intentado decir algo indecible al sumar factores a una sola causa).
El alma se detiene en su percepción cuando ella se estanca en la antítesis de la comprensión hecha calce del espíritu con la forma del sonido (filosofo como poetizan los poetas); el sonido escampa la huella de la cordura, en la melodía que es llave de inmaterial suceso irresoluto pero familiarizable desde el propio “ritmo”, como esencia del “ser en lo otro” que es recíproco en sus efectos. El ritmo de la música “escampa” en el hombre, como la huella del pie “escampa” en la nieve.
Escampa la lluvia cuando cesa, y este cesar es retribución del mundo ante la sigilosa esperanza de sol en el corazón del hombre.
La melodía escampa en el hombre cuando el sonido retira su misterio y presupone el fin de sí para dar paso a “lo otro” inmaterialmente anhelado.
La melodía es pórtico y receso; la melodía es “aquello que es pero que será” y al ser y al abandonar su proceso, inaugura al hombre en su camino hacia el mundo, que en infinidades de momentos abandona, para “sobrenaturalizar” su vida por sobre la resaca del proceso de subsistencia.
Eso es la melodía; o eso sería;
La melodía “sería”; no “es”, por cuanto ella no termina de alumbrar salvo en su calidad de pórtico del sonido conjunto y cohesionado, tras lo cual se aventura el alma.
La melodía es misteriosa.
(...eso por ahora; un “ahora” que podría ser permanente).
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