jueves, 5 de agosto de 2010

El Principio de las Leyes de las Sintaxis

[De mi antigua bitácora. Fecha original de Publicación 8 de Enero de 2007]

sintaxis. (Del lat. syntaxis, y este del gr. σύνταξις, de συντάσσειν, coordinar). f. Gram. Parte de la gramática que enseña a coordinar y unir las palabras para formar las oraciones y expresar conceptos. || 2. Inform. Conjunto de reglas que definen las secuencias correctas de los elementos de un lenguaje de programación. [Encarta-RAE]

[En relación a las leyes…]



[©SmcArq] Seguramente en alguna parte están descritas las leyes que acaso suelen disponer las cosas, según su esencia y pertenencia a alguna disciplina.

Pero como no siento que necesito descubrirlas, solo declaro que me bastará intuirlas en su fuerza y potencia, para soslayarlas con esa palabra atrevida, que de existir refunda y de no existir, inaugura.

Existe la ley que registra a priori o a posteriori la manera como todo se une y se hace complejo o viceversa; ella siempre será una y diversa según la mirada subjetiva, de manera tal que, por ejemplo, la luz hará ante nuestros ojos una mezcla de dos colores para que se revele un tercero diverso y no deducible, como no deducible será el amor de la paciencia, por cuanto el primero no requiere del segundo y viceversa, ya que puedo ser paciente como una estrategia orientada a la mayor de las canalladas.

Y entonces existirán maneras de enunciar abstractamente cómo las cosas suceden o deben suceder, de manera tal que esos enunciados iluminan la comprensión del hecho o en su defecto iluminan la acción ante ciertos hechos, para reglar o construir una cierta situación deseada; por ejemplo, la civilización de los hombres.

Con todo esto se puede ver que las leyes del mundo se enuncian a priori o a posteriori, para mostrar un orden o para lograrlo propiamente tal, de lo que se deduce que las leyes son o serán, y por lo mismo podrían algunas no ser nunca, como por ejemplo las leyes apegadas al derecho de los hombres, que se proyectan y se enuncian, pero la asamblea no las proclama y por ende no las pone en obra.

[Poetizando desde las leyes…]

Y así se puede pensar que la ley es una suerte de evento potente o potencial, que estriba en su ser la concatenación de eventos sucedidos o por suceder, para relucir en ellos la simpleza del mundo hecho y enunciado, sobre el que las cosas relumbran o se subordinan.

Y luego no será regido por ley de los hombres, aquel que se encierre en su albedrío desencadenado, para ser su propia disciplina y su propio gobierno, y desde él saber de su error y su pertinaz actuar, ya que de reglas y gobiernos se hace la coherencia, salvo que se establezca un caos revelador, desde el cual surjan las nuevas apariencias, que serán patrones del ordenamiento y la obediencia.

Solo la vida aparece como aquello capaz de decidir sus propias leyes, ya que las cosas inanimadas no sabrán sino ser producto de su propio devenir y su propio desgaste o incremento.

Así un glaciar será inmenso o pequeño según el clima del mundo, la cuenca longitudinal contenedora y la latitud donde se encuentre, y no habrá glaciar capaz de hacerse inmenso salvo por la interacción de sus eventos concurrentes.

No así los hombres que van a la muerte y la maldad o a la vida y al amor, según sus apuestas personales, cayendo al error o la fortuna, según su capacidad de eludir la adversidad y la amenaza.

Entonces es principio de la ley, el que ella se manifieste intrínseca o extrínsecamente ante el hecho en sí, de manera tal que lo genera o lo gobierna en su esencia, como de alguna manera he dicho previamente.

[Las leyes de las Sintaxis]

Y bien, es así que es por leyes intrínsecas o extrínsecas que las cosas se disponen en un campo de acción dado, para acontecer propiamente tal, y de esta manera es que existirán maneras en que los colores se disponen en un cuadro, o las cosas como mares y territorios se asocian para mostrarse recortadas de su total, para cuadrarse frecuentemente en el marco de la obra, que presenta el evento como abstracción de la realidad, o propiamente como una realidad en sí.

Entonces las palabras no estarán ajenas a maneras especiales de ponerse las unas con otras, para establecer las construcciones textuales que desean presentar.

Ellas, las palabras, son una suerte de elementos que existen para aludir a la mayor cantidad de eventos y acontecimientos del mundo, por cuanto tanto pueden aludir a números y leyes científicas, como pueden ir a por sentimientos y percepciones, que fácilmente pertenecen al mundo del espíritu, con todo lo inasible e impredecible que este puede ser. Tal contraste de ámbitos abarcan; tal es su versatilidad.

Universalidad extrema le podemos atribuir a las palabras entonces.

Pero intrínsecamente ¿cual podría ser el principio que genera leyes de sintaxis en la escritura de lenguajes determinados?.

Si dispongo la palabra Mal junto a la palabra Bien, establezco una grosera sintaxis; “Mal Bien”, para decir, a modo de ejemplo que “Mal bien podría caminar por el rumbo imperecedero del amor”, y así dar sentido a una suerte de carencia propia; Mal bien podría, Mal bien querría. Y a la inversa; “Bien mal haría a ese pelmazo, si le arrebato el poder de atacar al desvalido”.

Y así establezco relaciones de inversos; mal es lo inverso al bien, y perfectamente se pueden unir para armar afirmaciones de sentido potente.

Otro ejemplo:
“Caracol de Frenesí” puedo conjurar en un verso, para aludir a la arremolinada y dispersa manera de entusiasmar la acción ante un determinado campo de acción, y junto a dos palabras no inversas, pero muy distintas, como son caracol, que siempre nace y reposa en el ser vivo que habita en los jardines o en el mar, y que porta esa carcasa, fruto de la divina proporción que se cierra en el infinito y hacia él se abre; pero el frenesí es abstracto y alude a acciones que no se figuran o que perfectamente pueden no figurarse, entonces, junto la forma de la espiral, basada en la divina proporción, con el revuelo del entusiasmo frenético, y armo aquello tercero; que resulta ser un desenfreno regido, en principio, por un origen menor hacia la rotatoria manera de abrirse, según el número de oro, o a la inversa, el frenesí puede cerrarse en el punto de la quietud; vean ustedes qué hacer con este ejemplo, para esta disyuntiva. Pero entiendan que la unión de las más diversas palabras, abren a la tercera cosa dispuesta hacia garantizados campos diferentes, salvo que redunde y diga (otro ejemplo) “Maldadosa canallada artera, pletórica de alevosía y perversión”. Queda claro que este ejemplo es una expresión de redundante y expresionista sentimiento de frustración (por decirlo de algún modo), ante alguien que, en virtud de sus actos se ha ganado semejante calificativo desde sus actos. Pero queda claro que la sintaxis logra redundar, desdecir o transformar los sentidos, ya que inclusive una sola palabra puede tener sentido pleno; y para qué decir de un solo verso, que puede, acaso, re-fundar al mundo; “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Jesucristo), o “La palabra no rima con la acción” (Rimbaud), o “Si se atiende a la verdad y no a mí, sabio será reconocer que todo es uno”, [aunque traducciones diversas de esta misma frase abundan en el mundo, pero dejémosla aquí] (Heráclito de Éfeso).

En fin, más de alguien dirá que “cómo afirmo que un manojo de palabras pueden re-fundar al mundo, si no dispongo de estadísticas que lo aseveren”. Buena pregunta, más, entiendo que solas, estas palabras no han logrado más que lo que podría lograr este escrito, pues ellas se han vestido de quien las ha dicho, ya sea por autoridad, trascendencia o persistencia (respectivamente); las palabras de Jesús llevan más de mil novecientos cincuenta años vistiendo las acciones del mundo, y las de Heráclito entiendo que más de dos mil trescientos.

Será la palabra una suerte de nudo de los acontecimientos y de su entorno, de manera tal que ella nunca, la verdad, estará sola para sentirse plena y así ser percibida. Esto me duele decirlo pero de pragmático quiero pecar, la palabra no vuela abstractamente de boca a oído o de ojo a comprensión, ya que ella surge en el mundo según quien la diga, como cuando y donde. (Y sé que la palabra en sí es tan abstracta como algún número no primordial, pero esto que afirmo es tan físico como el evento de aquella caída de una piedra, desde la torre inclinada de Pizza en el siglo dieciséis).

Es desde esta tendencia que asumo, para vestir a la palabra, que entiendo el nacimiento de las artes gráficas por ejemplo, toda vez que en la elocuencia de alguien al declamar sus palabras, puede establecer el convencimiento; distinto es leer la palabra “amor” escrito en una hoja blanca de papel, que escucharla de un suicida saltando desde un décimo piso. La segunda instancia nos dice que en defecto de no ser correspondido (por ejemplo), se arroja a los brazos de la muerte, en el primer ejemplo, solo leemos la palabra y sentimos que ella se presenta como un cántaro vacío de sentido y de mundo tal vez.

[El Principio de las Leyes de las Sintaxis]

1
Dicho todo lo expuesto es que reconocemos que la palabra se viste de su circunstancia, aunque no lo queramos.

2
A la vez las sintaxis acontecen de diversas formas, de manera tal que ellas constituyen la puesta en escena potente del sentido diverso que se quiere imprimir a lo dicho

2.1
Se suma a lo principal expuesto en este numeral, que la cantidad de sentidos que se quiera dar, no registra límites preconcebidos, ya que no es como los sólidos regulares que el sentido se restringe solo a algunos posibles, puesto que la esencia de la creatividad del hombre (por ejemplo) estriba en su capacidad de aportar nuevos sentidos a la vida y al mundo propiamente tal; entonces acordaremos que la cantidad de sentidos no es restringible, como no-restringible es la capacidad creativa del hombre. Esto ante la extrema posibilidad de que a sentido contrario inclusive, las cosas se pueden manifestar y que, por lo tanto, los interminables matices que anteceden a esto, y que preceden al sentido recto, se aparecen como posibles e infinitos.

3
Lo anterior sumado a que de modo extrínseco o intrínseco, las leyes dan pie o artesonan al ser de las cosas que suceden en el mundo.

¡Vaya!; ahora me siento en posición, recién de exponer la sentencia final de todo esto, que no será más que un punto de partida a la discusión (cuánta palabra para llegar a tan poco; casi me siento en un contexto de una impotencia, que en otros casos no he sufrido);

Pues bien,

Diré que principalmente las sintaxis serán la disposición de los elementos que en el tiempo, el espacio o en ambos a la vez, determinan parcial o completamente el sentido de las obras o los acontecimientos.
Pero dejaré en el tintero que siendo el mundo un continuo de concatenaciones, la percepción de las sintaxis como hechos parciales será no más que la manifestación del sujeto ante el acontecimiento surgido del infinito indistinguible, de las potencias en acto que la conciencia desencadena.

Y por todo esto es que me atrevo a proponer que, el principio de las leyes de las sintaxis es el de originar el hecho, desde la potencia, y hacia su correspondencia o hacia su contradicción inclusive, estando el rango de ambos extremos disponible, para desencadenar aquello que se distinga como rumbo coherente también.
Fácil será hablar de contrasentido, cuando no se establezcan claramente las obediencias al principio rector de las leyes sintácticas. Para concebir expresiones o acontecimientos que no serán más que Seres impotentes, desde los cuales solo se genera la duda y la vacilación.

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