lunes, 26 de julio de 2010

Juan Sebastián Bach Tiene Toda La Culpa

[De mi antigua bitácora. Fecha original de Publicación 12 de Agosto de 2006]

[©SmcArq] 1 (Su colmo al final de La Ofrenda Musical)
Entregado a su afán de solemne sarcasmo, a Federico El Grande encandila con su lento y detenido poder de dejar aflorar el manojo de distancias equivalentes y pertinentes, desde y hacia la sensación de orden y solemnidad que su corazón determina; arriba a la variedad de lo mismo, con seis repeticiones del mismo individuo musical, como si una sola fueran todas las puntas del doble triángulo equilátero, dispuesto como estrella de David.

2 (Su vida en suma)
Bach fue una suerte de ciudadano reconocido, pero ninguneado a la vez, tuvo como veinte hijos, entiendo que dos esposas, las que desfilaron en su vida como pasan los acontecimientos propios que se someten a la misión del monstruo de las partituras. Alguna vez he visto algunas de ellas, y son casi manchones negros de pulsos arrolladores que suben y bajan por el pentagrama, pitagórico al fin y al cabo.
Llenó el silencio de sonido; atrapó la pausa, que no deja de ser sino el resonar de los muros ante los instrumentos que ni terminan de vibrar, cuando son acallados por las siguientes acometidas.

3 (Mi vaga percepción)
Cuando escucho a mi padre musical, siento, desde los hechos consumados, que no son sino esas notas siguientes las que debieron llegar a tomar su lugar en el tiempo y la historia. Nunca me ha sorprendido la música de Bach; nunca me ha pillado de espaldas, como para sentir que algo de su obra se sale del sentido común más riguroso, elegante, ordenado y solemne. Tiene recursos que no sé expresar, pero siento que no fueron de antes, ni han llegado a ser aún vigentes. A ver, pongamos un poco de orden, miren que esto de decir que me queda como poncho un sentimiento no es propio de un escritor que se dice en poder de una capacidad de ir haciendo las sintaxis de todo y para todo.

4 (Mi obra sentimentalmente favorita)
Concierto Nº2 para violín.
4.1 Primer movimiento. comienza con un pulso típico de su época, reconocible, cadencioso y optimista, introduce a su desarrollo acorde, que habla subjetivamente de un mensaje sensual hacia la existencia que vale la pena contemplar y asumir.
4.2 Segundo movimiento. Patetismo romántico inicial, que viaja con la sutileza de la vida que se inicia inaugural y se desaborda en matices como ella es; llena de imprevistos a veces melancólicos y a veces lisa y llanamente desoladores. Entre el primer y el segundo movimiento hay un notorio y brusco contraste entre un abalanzarse franco, hacia la cautela de la traición y la astucia, de quienes nos arrojan a la realidad más implacable; esa que nos hace temer y la que intentamos regir .
4.3 (Hablo de música como un catador habla de vinos).
4.4 El tercer movimiento es una fiesta propia de Walt Whitman, diría él;
“I celebrate myself, and sing myself
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good to you.”

5 (Mi modo de arribar a la manifestación de la influencia)
Diría yo,
como él sentía
y desde mis equivalencias; ¡ah existencia ¡, plenitud arrobadora, salto al vacío de la vejiga animal pletórica del licor del aire y de los cielos, seremos como las gacelas tristes, que deliberadamente aceleran el pulso de su cuerpo hacia la salvación de la distancia, mientras la bestia persigue sus carnes tiernas y argentinas, cubiertas por la textura del filamento vertical y multitudinario.
Como desnudos que estamos, envidiamos la vida agreste de quienes pacen en alerta vital en la huida de la permanente existencia. Ni la muerte ni la asfixia nos detienen pues (y aquí se establece la culpa)

6 (Un ejemplo aquí creado)
No me pidan coherencia
Exíjanme revelación
nada es como tales sentidos
que a trasmano de siniestros argumentos
afloran cuales tristes desazones
mal habido sueño discordante que estás en la alcoba del inmerecido empeño
cual letanía eterna te dejas estar
persistente
para acallar toda afrenta
y dejar de arrimarse a la vera del camino
abandonando el cuerpo
para que el viento y los autos nos empapen
y podamos culpar a otros de nuestro destino incierto.
nada así
y todo distinto
nada débil
todo potente
la vida estalla como un chispazo
y asola los valles
pues el poder de las cosas
subyace en su amenaza
aunque la piedad te conmueva
no será sino el puño repentino
el que nos acalle a la larga
aunque cada uno sienta lo diverso
sumando y restando me aquejo
y me determino
cuando el orden se impone
y la verdad se precipita.

7 (Conclusión)
…(establecida la culpa), las palabras se someten a una profusa y barroca causa y efecto permanente. He escuchado tanto la música de Bach durante casi cuatro décadas, y tanto se me ha quedado grabada, que, de alguna manera extraña, la sílaba se ha conformado con una impronta de abundancia y volutismo.
Eso sería.
Y nada más.

Juan Sebastián Bach Tiene Toda La Culpa.
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[Vea más barroquismo en el cuento “El Patético Festín de la Desolación”, haciendo click AQUÍ]

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