sábado, 23 de enero de 2010

"Pasión de Octubre Rojo", Pintura de Claudio Fraiman R.

PASIÓN DE OCTUBRE ROJO
Técnica: óleo;
Soporte: tela.2005
160cm x 100cm





[©SmcArq] La pasión aludida (ya que se proclama) se desencadena en movimiento, no de la tela, ni de los colores; no hablamos de Op-art. Nos referimos a la manera en cómo miramos esta pintura, abstracta en su apariencia, pero sigilosamente posada en recuerdos de alguna gestualidad reconocible, desde la cual podíamos entender el decurso de las cosas, como más valioso que las minucias o los detalles recursivamente atados en pos de la generación de aquella anhelada Unidad que todos los artistas buscamos indefinida y eternamente. Pero nada de esto es específico de esta magnífica obra de arte, que según el autor es la mejor de su vida. Le creo. Le conozco por más de veinticinco años, y nunca había podido corroborar tanta multiplicidad de hallazgos en una sola tela; ora establecía la tensión entre vacíos explícitos, entre blancos recortados de una tela vibrante; otrora danzaban las texturas para desterrar toda quietud empozada en las figuras irreconocibles de un ordenamiento sereno y estanco, propio de una meditación permanente acerca del destino propio de las propias cosas, establecidas como unidades de hallazgo permanente y esporádico.

Claudio Fraiman no es un pintor que pinte desenfrenadamente para obtener cantidad por sobre la calidad. Todo lo contrario. A contramano de cualquier criterio “de exposición”, calma su trazo y su búsqueda, para hallar lo más, en lo menos posible.

Pasión de Octubre Rojo” es un colmo de esto. Un cuadro lisa y llanamente logrado a extremos interesantísimos, donde, no obstante sus dimensiones reales, se precipitan aspectos de intensiones de tamaño “desproporcionadamente inmensas”, como si fueran, los esbozos de tales presencias de “dimensión”, más grandes que la tela en sí, haciendo que todo en esta acometida no sea sino la parte necesaria para establecer nexos con estados o sensaciones del autor hacia aspectos que superan la pintura, pero que en ella quedan enmarcados dentro del Orden que se les quiere dar.

La pintura es tan silenciosa en intensiones, pero tan elocuente en su orden, que más que admiración, en lo personal me genera un respeto importante en relación a lo expuesto, que pictóricamente es murmurante, reitero, como a la inversa es este texto; manifiesto, explícito, filosóficamente disgregador y lingüísticamente claro, hasta donde puede mi capacidad de aunar el testimonio, con su necesaria objetividad.

La potencia de este cuadro está, me atrevo a afirmarlo, en que es huella de lo otro, pero es huella contenedora de todo aquello (otro) que no es señalado, como si fuera lo importante, y bastara capturar el lugar exacto del alma donde explota esta creación, donde se encadenan los rasgos curvos, cromáticamente monocordes y multitudinariamente entrelazados, de manera tal que quede todo dicho, cuando no es todo lo dicho la totalidad de lo que late en pulsaciones de circularidad, curvaturas y trazos francos de unidad contrastadamente netas y a la vista de todos.

Latencia, presencia explícita, presencia velada, textura acorde, color predominante generador de unidad, trazos sobrepuestos acentuadotes de centralidad y periferia alternada, cuando nada de lo propuesto basta, acaso, para dejar como testimonio a una frustrada equivalencia de palabras cuando en pintura todo ha sido dicho.

La fuerza que percibo, en suma, está en que, como en anteriores palabras esbocé, se eligió precisamente una parte de un campo mayor potencialmente abarcable, para dejar trazo de hallazgo denso y rojo, que sabe de sus bordes y de sus alcances, como señal de un mundo superior que se nutre de estas suertes de ventanas de alma y trascendencia con danza de pincel y superficie, abandonada a la suerte de su dimensión pertinaz de soledad, a trasmano de otros sectores nutridos, atiborrados de información, sorda pero altisonante y atada a sus contra-cantos manifiestos de claridad rojiza, desplazada por cadencia de velos y obscuridades compenetradas.

Es extraño, pues para ejercitar el arte de decir a esta obra, no he estado contemplándola permanentemente, ya que la memoria de un cuadro es tanto o más importante que su original testimonio exacto (y al decir esto lo descubro inclusive para mí).

Y así como un vino deja memoria en la boca de otras cosas que no fueron parte de su presencia, "Pasión de Octubre Rojo" deja extensión, amplitud, potencia, danza de tamaños superiores, paso fugaz de grandes superficies, que en la constatación de su figura original, acaso, no existen como quedan en la retención del ser humano, que nunca va por la clara y precisa imagen de destino, prefiriendo digerir en su ser el aporte de La Impronta (relaciónenla con lo que mejor quieran) que la Obra es capaz de regalar en lo más recóndito de su "virtud-virtualidad".

"Pasión de Octubre Rojo" podría negar en presencia, lo que en ausencia deja al espectador experto o iluminado, ya que, me concederán que decir “¡qué hermosa tela!” no es suficiente, dado lo expuesto, y sugerido lo que como “regusto” se magnifica.

Nunca me había dado cuenta que es posible que una obra pictórica deje para el espectador lo que no dice, pero que en sí es capaz de detonar, como un monumental “retorno” espiritual, abstracto y contrastado, donde la obra es más que lo pintado y mucho más que lo recordado.

2 comentarios:

Sergio Meza C. dijo...

(C.Fraiman) "El escote es superior al busto". Tal potencia se presenta en obras donde la parte revelada supera al total disponible

Sergio Meza C. dijo...

"Pasión de Octubre Rojo" es un "escote pictórico". Esta pintura anuncia más de lo elegido como parte presente del cuadro

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