miércoles, 29 de julio de 2009

“Cuadro Grande Nº13” de Andrés Zagal Montealegre

[©SmcArq] Andrés Zagal es un artista chileno, que no publica sus obras en la red, salvo para sus amigos.

El cuadro que les presento es una pintura abstracta.

Me la hizo llegar, denominando a la imagen como “Cuadro Grande Nº13”, así que presumo que o no la ha titulado, o titularla le parece intrascendente.

Aunque no lo quiera o no lo haya premeditado, los humanos que somos percibimos en él la profundidad que entrega y contiene. Tiene tres partes; arriba, abajo y lo que queda encima de aquellas dos partes del contexto, o fondo. Sin embargo la pintura es abstracta. Por cierto que un cuadro abstracto no necesita “quitar” la profundidad para serlo aún más, así que entenderemos que tal imagen de realidad que porta, puede y no puede ser transportada del mundo que bien conocemos. Hay en esta pintura una especie de (y aventuraremos aquí un intento de nombrar lo que percibo) “amanchamiento” agresivo y repentino, trazado en la huella de un ímpetu del cual la obra queda impregnada en extremo. No dice ni apunta, no señala, solo, y esto es capital, presenta aquello que queda en el límite de una incipiente adivinación atenuada. Los colores van y quedan, sobrevuelan, remarcan la profundidad, esbozan difuminadamente unas “presencias” que sobrevienen a la vista como protagonistas de un contexto donde todo está, contrariamente a lo que determina la impronta y la textura de la obra, sumamente puesto en su sitio permanente. Nada vibra por su orden; todo vibra “en sí”. De hecho no es el orden el dinámico, y casi diremos que el ordenamiento de las cosas que se presentan son completamente convencionales. Es como si el trazo vibrara aparte de su destino ensimismado, como parte constituyente de una señal compleja y aventurada según el tráfago de pulsaciones virtuales que deja una acometida, por decirlo de algún modo, atormentada, pero predecible.

Temperamentalmente hablando tenemos aquí una suerte de no-dibujo extremo que ni esboza ni alumbra; ni dice, ni hace, solo rasga y somete el color a la potencia de la huella que ni se funde ni se hace una con nada. Entonces, ¿Cuál vendría siendo la evidente unidad de todo esto?; ¿cómo se logra aquí la elocuente sensación de completa coherencia?.

Pues yo creo que tal arriostramiento de sus partes, queda establecido por la fiel seña de ser cada elemento como el siguiente es, o sea, con su propia fuerza y potencia, con agresividad y con confianza, con determinación, con instinto de decir algo que no termina siendo sino el vector de recorrido de un ojo contemplativo que detona en estallidos de frenesí y cromatismo, de cuyo registro el cuadro se hace portador recíproco.

La clave de entrada a esta trampa de furor cromático-vectorial es la ilusión de espacio tridimensional que nos encierra en una especie de ver para sentir que se conoce lo que no se logra reconocer, sin figura, pues la desfiguración siquiera es parte de esta aventura de golpes lineales y superficiales, que dejan encima al trazo sobre el lecho de color desafiante, que cuando se lo dice se escapa por entre las pestañas de una mirada jugada en atrapar lo inatrapable.

La huella es fugaz, la figura se esfuma, el trazo se proyecta de uno en otro.

Tal abstracción en suma logra esta pintura, cuando te enseña una clave desde la cual quedas despistado, pues al entrar a la comprensión real te engañas, y nada reconoces, y cuando abstraes un orden este se esfuma y se desata.

Con todo, la encuentro excelente. Debo reconocer que ni ante un cuadro de Pollock podría sentirme tan desorientado como me siento tras esta acometida textual, donde siento que dije lo que debía decir, y me siento como al inicio; entrampado en la belleza única de esta obra, casi sin palabras, por mucho que las escriba e intente ensamblarlas.

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Para contactarse con el artista comentado en este Post, dirigir sus emails a
Andrés Zagal Montealegre ; azagalmontealegre@gmail.com

1 comentario:

Sergio Meza C. dijo...

@Cuadro Grande Nº13 de Andrés Zagal

[A pedido de Andrés, propongo una introducción al texto de este post, en vistas a que lo utilizará como parte de su exposición de más de 200 obras, pronta a inaugurarse en Santiago de Chile]

Andrés; propongo lo siguiente (y para mí es un honor poder colaborar en tu exposición)...


- "La abstracción de la que Zagal se hace cargo en este cuadro es evidentemente algo que se inscribe en mi percepción del mismo como una "celada”, en cuanto rectángulo plagado de referencias; unas pensadas, acaso, para introducir al espectador en la Obra, y las otras concebidas como elementos generadores de movimiento, tensión, afiebrado recorrido y ambigua presencia, difíciles y acaso imposibles de identificar una a una.

Sin dudas que el autor debe saber del origen y sentido de las partes involucradas, pero tampoco cabe duda que la revelación de tales secretos nada aportarían a la contemplación de esta obra "figurativo-abstracta" (valga la paradoja), cuyo logro más objetivo precisamente debiera ser el dejarnos sin palabras, pero con difusas y potentes sensaciones que, a futuro, recibirán los nombres adecuados, cuando el mundo avance hacia tal poética “de color lineal” registrada a mandobles de pinceladas ora abstractamente expresionistas, ora difusamente figurativas, sobre aquellas presencias difusas ya aludidas.

No por nada ni siquiera recibe un nombre esta obra, salvo el de acogerse como numeral preciso, dentro de una serie de la cual desconozco su comienzo y su final.

Pero los invito a leer el texto de lo que fue mi personal interpretación de esta pintura, el Miércoles 29 de julio de 2009...

SmcArq”

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