lunes, 20 de octubre de 2008

El paradisíaco jardín rastrero de la cumbre del cerro Huilquío, Rengo, Chile

Llegué a su cumbre hace más de veinte años. Su frente denota el derrame que se condice hacia su cono deyectado, ya que se entra en su anterior fachada como el bosque de boldos se hincha desde su lomo de restos fecundos en decenas de milenios desgastados. Rige las vidas de un pueblo, y se percibe y delinea tan de lejos, como se perdería un trasatlántico en el mar a la distancia. Un lomo horizontal se conforma desde su cumbre severa y estrecha de lascas filosas hacia el oriente, y en él se desencadenan ajardinadas plantas rastreras y grupos de matorrales confinados en su altura, capaces de soportar inviernos y nevazones severas. El agua no existe salvo, creo, como la brisa que tales especies capturan desde el aéreo suministro avenido de las nubes y la evaporación de tierras más abajo. Tal modestia vegetal, confinada entre naturales senderos descubiertos entre piedras, contrasta con el entorno, absoluto en amplitud y dominio, pues es cumbre y atalaya de decenas de valles encadenados en su curvatura, que pierden el ojo en la bruma del tan lejano mar que penetra en las mañanas y en su voluta dispersa, cual nubada deshecha desde el tramo que camina. Y se desencadenan las cuencas del río Claro, el Cachapoal, el estero Rigolemu, y la confluencia de aquellos en el Rapel determinado aguas abajo de Peumo, con el atravieso de la cuenca mayor de Rancagua que se entrampa desde el angosto paso de Paine y camina hasta la angostura de Rigolemu. Las horas arriba son rastro de atisbo incansable en el precipicio mismo de la cumbre de su cerro en el frontis que abraza al pueblo de El Cerrillo, cientos de metros debajo de tal murallón implacable, y en sí el colorido terroso de sus plantas es breve y bulboso, pardos sus brillos y deslumbres de hojas acuosas y filosos despuntes de protegidos atisbos vegetales lucen su acogida de proximidad desde las cuales un arbusto superior solitario da la sombra del descanso y la siesta donde duermen los visitantes, tras cuyo trance descienden los mismos por su brazo sur que se allega al manantial de agua mineral que de vitalidad embotella su comercio y mayoreo.
Concibo al cerro como padre del agua exquisita que penetra en el suelo y anega los campos próximos, cuando décadas atrás era termal visita de tinas y baños minerales.
Volveré a subirlo a ver si la memoria y el tiempo persisten en su contraste de hierba raída en caminos de lascas y arbustos que se cruzan hasta que la cumbre acontece tras resbalar por el pedregal que tropieza su llegada en la estrecha y puntiaguda manera de derramar la frente del hombre en las cuencas y hoyas suspendidas en la curva de una tierra sometida por la turbia vista que cofunde al nubarrón y la niebla repentina.

3 comentarios:

Lilian dijo...

Tu texto acerca del cerro aludido es tan "delicioso", no se me ocurre otra palabra para describirlo. Al leerlo dan ganas de visitar los lugares que describes...

En cierta forma me siento como la "comentarista de piedra" ... tu sabes; algo asi como "la invitada de piedra" a este blog [ma ha bajado la timidez]. Pero, es cuando escribes de temas como el de mas arriba que disfruto mucho leyendote.

Acabo de descubrir lo de las suscripciones a tu blog; me gustaria tener esto en el mio.

Saludos!
[desde un Baltimore cristalino de cielos azules y robles anaranjados]

Sergio Meza C. dijo...

Para suscribirse hay que insertar un "gadget" desde la pestaña de diseño (o Layout, creo). Viene hecha.

En relación a comentar en este blog, yo creo que, en primer lugar debemos considerar que no este un lugar de encuentro de comunes visitantes donde se debatan temas de interés general, y se suma a esto que lo que escribo, me imagino, no es demasiado opinable, como podrían ser los chascarros de McCain, o cosas así. El post más visitado y comentado que tengo es uno de los más breves.

Por lo demás Huilquío no es conocido por casi nadie.

Escribo para la posteridad, el futuro, mis hijos, mis futuros lectores; aquellos que alguna vez se topen con esto, qué se yo, pero no escribo para provocar comentarios, así como decididamente.

Yo también comento en tu Blog, cuando algo me interesa, y cuando algo no; pues no. Simple.

Pero igual lo que se diga influye tarde o temprano; es imposible no reaccionar en lo absoluto.

Claro, si alguien viene a "trollear" seguro no dejará influencia o insinuará rumbo, pero si alguien, como tu, opina con substancia y con buenas intensiones, pues claro que influye, tarde o temprano.

La biografía tiene influencias desde comentarios como los tuyos, que aluden al "alma" del autor. Pues con el tiempo se sopesan esas cosas y uno termi a por darles algún lugar.

Como viste el tema de la autobiografía es bien personal, carente de toda saga, pero es claro que no siempre tienen que ser las aventuras de Huckleberry Finn para ser entretenidas, o llevaderas; hay varias maneras de hacer algo "tragable"; digerible; acaso ameno; acaso interesante. Dios dirá

Anónimo dijo...

Gracias :)
Lilian

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