jueves, 28 de agosto de 2008

Apología de lo Aparentemente Inútil

Desde hace un tiempo a esta fecha me he estado dando cuenta de que efectivamente soy selectivo, pero para mis intereses; puedo interesarme en algo aparentemente inutil de un modo superlativo, y dejar para después lo urgente. Esto es un defecto y una virtud, pues lo urgente te puede matar el alma si te dedicas a estar permanentemente justificándote en lo ineludible, y por ello no dejas más obra que la del "Deber Cumplido" que suele ser, a veces, no más que la "mediocridad asumida"

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buena ilustracion! Interesarse en lo "aparentemente inutil" dejando de lado urgencias es un lujo, y muy delicioso por lo demas. Sin embargo, hay una linea tan delicada en esto; como se evita la irresponsabilidad, entonces?
:-)

Sergio Meza C. dijo...

La gracia está en evitarla, no está en lo contrario, pero el tema es que hay tantos acicates para rendir y producir ad-infinitum, que no optar por una medida propia te deja en la soledad ante esta exigencia sin límites de la sociedad, por lo menos donde me encuentro. Chile. Los deberes son infinitos; transfinitos más bien, ya que cada deber infinito no tiene límites de cumplimientos tampoco.

Anónimo dijo...

La verdad es que lo que dices "...que no optar por una medida propia te deja en la soledad ante exigencias sin limites..." tiene mucho sentido. Eso si, las exigencias que entiendo que aludes son un sintoma de la sociedad moderna, en general. Me pregunto si es realmente necesario tanto deber y obligacion? Es que acaso, a mayor tecnologia y recursos materiales, mas demandas y deberes nos imponemos? En ese caso, ser un hermitaño resulta bastante atractivo [estoy exagerando un poco]

Sergio Meza C. dijo...

En el año de 1980, caminando por la Avenida Marina de Viña del Mar como a las ocho de la noche, casi a llegar al puente del estero Marga-marga me dije que ya estaba cansado de intentar ser aquel que más aceptaran los otros (cosa que nunca logré demasiado en todo caso) y me avoqué a buscar un afán que me diera las satisfacciones intelectuales que deseaba. No siendo de familia adinerada, opté por la escritura, que ya en 7º básico había descubierto que me atraía (una composición del colegio acerca de Dios, que nos hizo un cura en clases de religión en el Colegio Mackay creo que fue el inicio de todo. El condenado cura nunca me dijo nada acerca de ese texto. Esperé por semanas; estaba convencido que había hecho un buen trabajo).

Digo todo esto porque todo lo demás, mi trabajo, la gentileza, los buenos modales, el tener muchos amigos, el ser tan querido por muchos o cosas así me tiene bastante en menos cuidado que el seguir evolucionando como escritor.

Es la literatura lo que me ha permitido acceder a la magia del mundo. Aquella que aparece cuando estás escribiendo y todo se desgaja, cae en pedazos y entiendes sentir lo adecuado ante los misterios de las cosas, que se reflejan solo en palabras relativamente asertivas y relativamente esquivas ante lo que tienen enfrente y desean acometer.

La responsabilidad que mejor entiendo es esta. El trabajo es para no morirse de hambre y evitar esto por los hijos y la familia y todas las responsabilidades, sumando las ambiciones materiales que tengo, que no son pocas, pero suelo conformarme con partes efímeras de ellas. Paradojalmente soy lo que creo ser hasta el punto donde me encuentro, no siendo más que una persona común y corriente enfrentada por un par de destrezas sorprendentes, tanto ellas como la danza de los ladrillos en las manos del mejor de los albañiles, que sin pensarlo edifican un muro, casi automáticamente, danzando una coreografía manifiesta de la materia en su propia consolidación.

Si todo es cosa de darle y darle, y darle y darle hasta que se rinden los impedimentos.

Anónimo dijo...

Tu timidez para preguntarle al sacerdote por el resultado de tu composicion es consternadora. Imagino que reconoces lo afortunado que fuiste al encontrar algo que te fascina hacer y con lo cual te sientes muy comodo; muchos pasan por la vida nada mas que reaccionando a lo que se les pone por delante pero no actuando ni menos pensando, analizando y ademas tratando de darle una estructura a las cosas, en tu caso, una estructura verbal, que te brinda casi plenitud por lo que se subentiende de tus palabras.

Lo que dices "...la gentileza, los buenos modales... me tiene bastante en menos cuidado..." es gracioso y trae a la memoria las palabras de Oscar Wilde: "One can always be kind to people about whom one cares nothing".

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