[expresado en primera persona singular]
Como si nada, comienzo en la especie de ilusión, de un transcurso sucedido, en la silueta del ave, que al surcar se destina a su desistimiento, tras la agonía de sueño, que vuela para dejar, su sino en el arribo del planeo, cual símbolo inaugural, del aparecimiento que fuga su incremento.
Aunque filosóficamente se diga, de mí, que no seré nada sino toda aquella potencia templada, en el eterno letargo de la danza sincronizada del azar y el delirio, trémulamente latido, por el trance de la apuesta, que como si nada, reitero, surge en la determinada forma que conforma y reforma la postura pertinente o pertinaz, si se quiere, de todo énfasis, abstracto o concreto, pero que de discreto y fértil aparecimiento no haya sino fulgor, en la propia y recursiva seña mordida en su cola cual serpiente trascendida, sí, aunque todo aquello se diga, parecerá, no obstante semejante arribo a la materia y su presencia eficaz pero a la vez ilusoria, nada sino la dispuesta conformación, que en su estertor inaugural, reprime toda multitud, para dejar aquella saturación de ser, al tiempo, aparentemente eterno en desarrollo, ante la inercia fugaz pero continua, donde todo pormenor conocerá de su aumento, que nunca podrá desmerecer su mayoría, tras la cual acaece la plena y austera coherencia.
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