El Jardín del Edén
Dijo, entrecortadamente, un pulso de potente acometida, en la cierta y frágilmente compañía, sin soledad de hecho y por derecho, y espléndidamente fértil, brota el paraíso en su pertrecho, extraída en verdor de carne y ardor, repartida pertinente en su fragor. Nada por si detenta su esencia, cual partida y ciega obediencia, sin precio ni formada pertinencia, por los siglos de expulsada remanencia.
Entre Caín, y el tiempo que comprende a mi premura, solamente se suspende la persona, de su hermano, cual delgada comisura.
El Jardín de las Delicias
Cual sino que detentamos, la manera, que de signos y costumbres extrajera, más que somos por la suerte, ni designio permitiera, dejara el modo y su trazo a la galera, la suerte de la vida y su cojera. Bestiario que ante tal modo, se sube y se detenta, por la masa y la dispersa vestimenta, extensa por fortuna y por reyerta, de lo oscuro se maleara y cornamenta. Cual presta y delicada mansedumbre, contempla la dispersa podredumbre, que suele y perpetúa su costumbre, ante el ojo que decae por su herrumbre.
El Infierno
Vi, caminos y tortuosos derroteros entretejidos, así, por la maleza de especies enquistadas en su pasado de apuesta y pendencia mancornada, mas cuanto de aquello se deshace, en su propia estirpe arrepentida, de por siempre y por costumbre pervertida, acaso, por anhelo y contrapelo abandonado, y repulso desempeño perpetrado. Sortilegio exacerbado, de piernas y facciones brotadas por tortuosas malformaciones particulares, a la saga de la esperanza, defendida en la profunda esencia de la condena, y tras cual la que detenta, su por si de quien esconde ante su abismo, de infinita caída persistente, hacia aquella luz que no es sino recuerdo, de la chispa de la vida hecha esperanza, ya fruncida por su espera en lontananza.
Tal aire no es sino la clavada esencia del recuerdo, de todo aquello ausente por obra y desgracia del mal obrar, que no constituye mas que el verdadero infierno, de una mueca de aquello muy pedido, sin saber que realmente ya se ha ido.
Dijo, entrecortadamente, un pulso de potente acometida, en la cierta y frágilmente compañía, sin soledad de hecho y por derecho, y espléndidamente fértil, brota el paraíso en su pertrecho, extraída en verdor de carne y ardor, repartida pertinente en su fragor. Nada por si detenta su esencia, cual partida y ciega obediencia, sin precio ni formada pertinencia, por los siglos de expulsada remanencia.
Entre Caín, y el tiempo que comprende a mi premura, solamente se suspende la persona, de su hermano, cual delgada comisura.
El Jardín de las Delicias
Cual sino que detentamos, la manera, que de signos y costumbres extrajera, más que somos por la suerte, ni designio permitiera, dejara el modo y su trazo a la galera, la suerte de la vida y su cojera. Bestiario que ante tal modo, se sube y se detenta, por la masa y la dispersa vestimenta, extensa por fortuna y por reyerta, de lo oscuro se maleara y cornamenta. Cual presta y delicada mansedumbre, contempla la dispersa podredumbre, que suele y perpetúa su costumbre, ante el ojo que decae por su herrumbre.
El Infierno
Vi, caminos y tortuosos derroteros entretejidos, así, por la maleza de especies enquistadas en su pasado de apuesta y pendencia mancornada, mas cuanto de aquello se deshace, en su propia estirpe arrepentida, de por siempre y por costumbre pervertida, acaso, por anhelo y contrapelo abandonado, y repulso desempeño perpetrado. Sortilegio exacerbado, de piernas y facciones brotadas por tortuosas malformaciones particulares, a la saga de la esperanza, defendida en la profunda esencia de la condena, y tras cual la que detenta, su por si de quien esconde ante su abismo, de infinita caída persistente, hacia aquella luz que no es sino recuerdo, de la chispa de la vida hecha esperanza, ya fruncida por su espera en lontananza.
Tal aire no es sino la clavada esencia del recuerdo, de todo aquello ausente por obra y desgracia del mal obrar, que no constituye mas que el verdadero infierno, de una mueca de aquello muy pedido, sin saber que realmente ya se ha ido.
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