La escultura que comento es excepcionalmente potente y evidente en su exposición de flameo, encandilamiento y retención, en suma, de la estela espacial que deja un cuerpo de un ser bípedo caminando. Es obvio que se alude a un ser humano, sin perjuicio de que no es el ser humano el protagonista, sino la impronta de su movimiento y desplazamiento a través del trayecto que recorre.
La suma de supuestos ropajes, ademanes, torsiones, actitud y móvil que impulsa a este ser que se desplaza, arroja los destellos bronceados, quietos e inmóviles que a contraposición se transportan en el recorrido de la vista por la totalidad de la forma.
Piensen en lo que digo; noten que la mirada no se queda quieta comúnmente en estas formas, entendidas, inconcientemente, como la suma de “otro”, ajeno a la parte, que se desdice en la quietud tendiente a desmembrar la propuesta, transfigurada en movilidad de quien contempla, por sobre la absoluta y escultórica rigidez engañosa del hombre (y así lo percibo) que camina, y en su caminar desplaza el aire que circunda, dejando al ojo encandilado en las congeladas formas abstractas de la leve y contenida explosión del aire atrapado en el campo recogido por el bronce que se deja desmembrar.
Y entonces refulge la potencia abstracta de las Formas únicas de continuidad en el espacio, del supuesto modelo acogido en su potencia muscular, decidido cuando traza su recta vehemente hacia un lugar desconocido pero ostensiblemente factible de ser conjeturado en el futuro ideológicamente tensado en su plenitud de hombre solitario, desprovisto de riqueza más que de su propia decisión, que se desdobla en las formas ya aludidas, plenas y dignas en sí. Cómo decirlo, es su época la que clama por su astuta y decidida, desnuda de ingenuidad y potente en su ademán, apuesta de poder y templanza. ¿Quién se atrevería a detener el paso constructivo del gesto tal que revienta y broncea la encandilada forma del flameo abrupto y elegante en su paso hacia la gloria plena del campo atrapado en su dinámica de explosión y contenido?. ¿Cuál es el rasgo más claro sino su propio y heroico grito hecho actitud de tranco trazado en el giro y pivoteo leve y retenido del muslo condensado en su labor de hombre vertido hacia la tierra labrada por la culpa y la riqueza del otro que lo explota, y en su agravio configura el trazo y la distancia recorrida del hombre, del labriego o del obrero que en su fuerza configura la forma única de continuidad espacial beligerante, o en su aspecto, desafiante?.
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[Pendiente, una serie de obras de arte que relaciono con la comentada]
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