miércoles, 2 de abril de 2008

¿A santo de qué condición inmanente seremos simple pasto de una comunidad irrenunciable, ineludible e indiferenciada?

1 (Salud)
Efectivamente; estoy de licencia, con la orden estricta y severa de des-can-sar a todo evento, “interconsultado” y algo medicado, lo he podido lograr a grandes rasgos.
El año pasado fue excelente, pero esa excelencia anual terminó por pasarme la cuenta, ya que no por mucho estar haciendo lo que más te gusta, vas a cansarte menos. Y así terminó siendo, entusiasmo en exceso de por medio, tras las docenas de licitaciones públicas con sus correspondientes miles de millones de pesos involucrados; los proyectos de arquitectura asumidos detallados y resueltos; los temas urbanísticos de largo aliento que se impusieron y las clases que comencé a impartir en la Universidad (uno de mis sueños más queridos), entre otros aspectos, nunca desvinculados, todos ellos, de su cola de procedimientos y andamiajes administrativos kafkianos ineludibles.
Sumado a lo anterior, la vida de familia que comparto hizo su parte importante; “la casa” es infinita en detalles, ante los cuales me declaro absolutamente superado. Para muestra mi actual estado y situación.
Pero anotar todo esto no es sino un mínimo grado de transparencia y cotidianeidad, desacostumbrada por estos lados, sin perjuicio de un par de aspectos personales de los cuales me reservo su desarrollo y detalles por causas comprensibles. Dejémoslo ahí.

2 (Vida social en la Web)
En todo caso, dejando de visitar a mis acostumbrados colegas, estoy sintiendo que una parte importante de mi irrenunciables tendencia a expresarme por escrito se ha visto limitada y coartada (debo reconocer que muchos posts que he desarrollado, han nacido de algún comentario iniciado donde Tomás Bradanovic (Arica), Lilian (Baltimore), Jordi Soler (Barcelona), Juan Freire (España), Fernando Flores (Chile) e inclusive desde el sitio abierto a foros de Una Belleza Nueva (Chile), un sitio adonde extrañamente suele converger la gente a opinar desde sus nombres y apellidos, cosa muy extraña en esta Web, miedosa y tendiente al anonimato, como si lo que se dijera fuera, en el fondo de las conciencias de muchos, algo prohibido e impensable como para portarlo a cara descubierta).

3 (Anonimato en la Web)
En el fondo creo que son muy timoratos la mayoría de los bloggers de la red, usando sus apodos, sobrenombres o palabrejas compuestas y sugerentes a todo evento, y manteniendo su anonimato contra todo hecho y posibilidad, para, inclusive, poder arrojar las piedras que se les antoje si la ocasión lo ameritara, como si el hablar y el escribir fueran sinónimos sine qua non de emitir exclusivamente ventosidades malolientes.

En el mejor de los casos podría asumirse esta realidad como simple inseguridad ante la imagen que se proyecta o se tiene de uno mismo, a título de temblor pueril y patético.

4 (Posible ensamble de roles en la web con el fenómeno “Reality”, como futuro resto arqueológico del hecho que propiamente tal acontecerá)
Una cosa si he estado reflexionando en estos días; aquella vida de Internet que muchos vivimos como parte importante de nuestros quehaceres, en mi muy particular caso no es sino la abstracción selecta de algunas de mis facetas que considero rescatables y trasladables a los demás como impronta, obra, gesto o manifiesto propiamente tal. Sumado a esto está, de un modo artificial y abrupto lo planteo, todo el fenómeno televisivo del concepto de “Reality” como puesta en escena de fragmentos de “laboratorios-claustros” lúdicos con el formato de espectáculo bizarro puestos a disposición del público para el libre y pertinente fisgoneo.
Sumando ambas cosas; a) la vida de Internet que llevamos algunas personas, con esto de manifestar en ella una presencia construida, y b) el concepto de “Reality” aludido y ya definido provisoriamente, y sacando un promedio subjetivo y comprensible, podemos conjeturar lo que acaso será el futuro social de las próximas generaciones digitalmente alfabetizadas.

La vida real, tal como la conocemos, por cierto que manifiesta las propias fachadas y aposturas que cada cual trasunta o a duras penas logra poner en pie, basándose en “palillajes” endebles o por el contrario usando arriostramientos propios de una torre de telecomunicaciones (todo según la fortaleza actoral de cada quien).

“La vida es una obra de teatro, adonde entramos y salimos de sus bambalinas”. Propongo esta afirmación como un acuerdo de sustrato base de análisis.

He llegado al convencimiento de que los seres humanos somos bastante frágiles por naturaleza, siendo, más temprano que tarde, toda esta argamasa de rostros y lenguajes externos, no más que nuestro escudo de defensa ante el juego compartido de apareamiento y apropiación del mundo (sea cual fuere este para cada uno de nosotros) y de sus consecuentes futuros habitantes.
Entonces, así, con todo lo expuesto, acaso, con el debido respeto y con la moderación y madurez que la ocasión pudiera ameritar, no puedo sino aventurar que nuestra externa realidad social futura será desarrollada bajo el paradigma de lo “permanentemente observado” a través de los largos axones de un sistema de intercomunicación cada vez más generalizado, democrático (eso espero) y simétrico.
No veo sino un futuro indistintamente mezclado de carne y cableado; de señales y procesadores enquistados en cuerpos blandos y moldeados a la voluntad de un sistema pleno de observancia y monitoreo recíproco y universal, adonde cada gesto de cada actor en cada momento sepa del juego persistente de su propio papel androide de sangre y perplejidad indisoluble, añorantes de un pasado rudimentario, agreste, y sereno, que late cual droga manifiesta.
Solo vean a estos personajes policromados que engalanan los actuales programas de “Realidad”, y verán la punta del iceberg desprendido de la última frontera polar relegada de intimidad y sigilo, para cuando, en unas décadas, no seamos sino cuerpo, sangre y linfa de pulso y virtual desempeño, en un escenario desdicho de sus coordenadas conocidas, tras latidos y rasguños de dominio y control compartido, de ademán, emoción y cifra, cual nuevo pastiche indiferenciado en trauma y fatalidad.

Idos los límites y las fronteras establecidas en diluidos caldos de flujo y resaca; perdidos algunos en aquello, por obra y gracia de su enajenación auto impuesta, será, ya lo creo, un desafío bogar por una especie de tradición de cuerpo soliviantado, ante el requerimiento social de aporte de las propias sístoles y diástoles esenciales, transferidas como señales y actorales cotidianeidades, traducidas, me imagino en soledad, independencia, silencio, retiro y laxitud, de la cual en estos momentos todos podemos, si así lo queremos, ufanarnos.

Alejada ya, espero, la necesidad del hambre y el vestuario (digo yo, por mantener un trasfondo homogéneo para analizar), ¿cuáles serán las libertades denegadas, tras virtuales, sí, virtuales datos y flujos acometidos cual ente social irrenunciable, para entrar y no dejar tu transada individualidad , cuando tu silencio y tu lejanía se levante, por sobre todo ese montículo potencial y conjeturado de conciencia insomne e inercia sensorial?

2 comentarios:

Lilian dijo...

Por si todavia no lo sabes... Jordi "cerro la consulta" :(

Sergio Meza C. dijo...

Pero se fue a su Blog original; este tío no se rendirá tan fcilmente, ozú

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