[De mi antigua bitácora. Fecha original de Publicación 27 de Septiembre de 2005]
Panorámica de la ciudad de Rengo en 180º,
desde el Edificio de la Ex Gobernación de Caupolicán
[gentileza de Cristian Ahumada]
Un racimo de buenas intensiones nunca viene mal.
Cada día, por lo menos en Chile, pareciera que el sentido original de la planificación se estuviera transformando para dar cabida a criterios más cortoplacistas de la concepción y el sueño de las ciudades y centros poblados en general.
Una ciudad, como otras cosas en la vida, es un sueño colectivo que se forma entre todos. Por lo mismo es necesaria la disciplina y la constancia para sacar adelante las grandes obras que conforman el ordenamiento de las ciudades, como son las grandes avenidas, los parques, los barrios, las calles y la conformación paisajística en general de bordes fluviales y marítimos por poner algunos ejemplos.
Armar una ciudad en base a grandes rasgos ordenadores es tarea de décadas o siglos, por lo mismo es impensable creer que dejando en manos de la capacidad de gestión urgente de las autoridades estos asuntos, se logrará dar celeridad a los grandes temas.
Todo previsto e impuesto en temas de urbanismo es utópico, y por otra parte entregarse a la ley de ordenamiento espontáneo de las fuerzas económicas tampoco es aceptable porque siempre florece (por usar una buena Palabra) el interés parcializado de quien financia las obras y las acciones.
Encontrar la media es el punto, pero siempre pensando que una ciudad es como una mesa donde todos se sientan a cenar, a la luz de las buenas costumbres y educación que cada comensal despliegue.
El legado de cada cual, es por lo menos dejar el propio puesto ordenado para que los futuros invitados lleguen a una silla donde no “falten” los cubiertos, y los platos se encuentren limpios y listos para ser usados.
El deterioro de las ciudades y de los emplazamientos humanos en general es una falta de respeto para los futuros usuarios que tendrán que dedicarse a reparar más que a construir el legado de sus predecesores.
Belleza, orden, fluidez, simultaneidad de usos, accesibilidad, sentido de comunidad, etc., parecen ser algunas palabras claves, las que debieran estar claras para todas y cada una de las acciones que cada uno emprende desde su propio hábitat.
Pero la regla del destino es inversa a la urgencia que tienen las prioridades del momento, así que siempre nos encontraremos con que la tensión entre posibilidad y anhelo regirá la conformación de nuestros ambientes urbanos. Así que entender que cada acción es trascendente pareciera ser una clave posible, siempre y cuando en el imaginario de los habitantes se compartan las mismas ideas ordenadoras, cosa que como un cardumen tracemos esos ejes que nos gobiernan enfrente a los cuales emplazamos nuestras vidas.
2 comentarios:
vuenos dias temga usté sañó Remeza
mite, bengo como presidemte bitalísio de la delegasión de palasete sintiemdo el reséso que ha porbocado mi larga autsémsia
asin que sin más dilatasión le espongo mi aumilde aupinión al raspemto su póts
les tsiutats?
las siudades con como las faldas de una siñora
van según el gusto, las ganas, las modas y els calerunets que en diem aqui a ca nostra
usia que son bones si la bossa sona
bon die timgui bustét
Palacete y la que lo palacetió; venga en su propia representación, que con eso debiera tener.
Me los saluda, toda vez que tras la pátina de agresiva y burlesca empatía, se esconden algunos visitantes persistentes, o al menos de ellos provienen otros que se han allegado a mi caleta, como se aviene la crema al pastel.
Las ciudades no son juego de niños, y siemrpe me ha parecido, insisto, que una buena metáfora es la mesa bien puesta adonde todos comen, y se ubican para no disgustar ni ser disgustados, toda vez que disfrutar es el colmo de un buenbanquete.
Las faldas de las mujeres son según el recato y la moda, y no solo de tendencias y temores se esbozan los futuros de una ciudad o de otro emplazamiento humano similar. Ergo, discrepo.
Reciba mis saludos Ud. también, y espero haber entendido aproximadamente su catalán, si es que esa fuera la lengua utilizada.
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