Hay cosas que suelen rondarnos, y no nos dejan ni a sol ni a sombra. Pienso en ese dulce sentido de abandono sutil y acaso melifluo, sobre el cual fundamos contradictorias alegrías y bienestares.
La vida es paradojal, al punto de estarse levemente transpuesta la dicha, por sobre la vencida y aparentemente lejana pena inmerecida.
Eso es. Vamos con paso firme y decidido, hacia un futuro que esperamos abrigado y cubierto, en relación a la inminente acometida de un mar serenamente amenazante.
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