Mi gran amigo, el pintor judío Claudio Fraiman me ha introducido, cual destello imprevisto, en las gotas inaugurales de la Cabalá.
Acercarse a ella es una labor muy incomprendida en este país al menos, ya que “lo cabalístico” se asocia a una suerte de superstición ciega en relación a los números como “portadores de superpoderes” con los cuales vencer al destino.
Dentro de mi ignorancia, atenuada por mi amigo cabalista, he entendido que la coherencia del alfabeto hebreo es plena con su numérica correspondencia, en cuanto lo dicho en hebreo sería plenamente fiel con las claves numéricas que determinan la verdad absoluta puesta en la tierra, el mundo y el universo por medio de la Torá.
Siempre me molestó esto de llegar y traducir los textos sagrados milenarios (ejemplo: la Sagrada Biblia) y darse a la luz con absoluto convencimiento de que lo dicho otrora en otras lenguas, terminara trasladando la verdad hacia el futuro, con la fe de la potencia del texto que se mantiene (se pensaba) por obra y gracia del espíritu santo.
Pues bien; me parece muy pertinente pensar que la lengua inaugural hebrea sea inconmoviblemente mensajera de la potencia plena del dicho sagrado adonde número y señal se sobrepongan, para ser clave y fin de meditación eterna, para la mayor gloria de aquella perfección con tantos nombres aludida y de cuyos recónditos confines es posible acceder con la mayor de las limpiezas, que eviten tomarse el cielo por asalto, y a contramano de aquello, dejarlo en su distancia de confín iluminante.
Desde mis autorías entiendo que a veces, con las décadas de trabajo, se pueden sobreponer tantas capas de sentidos, como sea posible hacerlo, si la prestancia del verbo se adhiere al acto del poeta que se abandona a su escritura, no automática, pero si complejamente obediente al propio ser, a la propia esencia y a los propios fines humildes y discretos, cual ave que se remonta al cielo, que superado se encuentra por sus propios impulsos inocentes y bienaventurados.
Me temo que no me dedicaré a este ámbito al que aludo, pues siento que mi destino y mis capacidades no me impulsan a hacerlo, pero por cierto que paralelo camino seguiré, y desde él me mantendré expectante.
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