lunes, 12 de noviembre de 2007

Mr. Brooks (2007)

"Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; coraje para cambiar las que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia".


Mr. Brooks es la mejor de las personas, con la peor de las aficiones.

La película es realmente interesante desde el punto de vista del contrapunto entre la musicalización y los parlamentos. Un ejemplo, cuando Mr. Brooks se reúne por primera vez en la sala de Conferencias de su exitosa empresa con Mr. Smith, y le dice una frase de advertencia en relación a la afición que el segundo quiere replicar; … “pero te voy a advertir una cosa…”, pero se lo dice con una pausa inicial y una apostura entre ambos tan contrastante y con un sustento musical disonante tan exquisito, que esa sola escena basta para quedar atrapado en la trama del filme.

La película es muy recomendable, y en ella la música es todo lo desconcertante que se requiere (y no más), para vivir la realidad de semejantes adefesios siquiátricos, en una suerte de suspenso de perplejidades permanentes.

Aparte las locaciones y escenarios, ¡Cuánto orden!, ¡cuanta armonía en la apariencia!; ¡y cuanto derrumbe y caos retenido, en una suerte de represa inmensa!, de cuyas fisuras Mr. Brooks se encarga cual pequeño dios.

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