Larga estancia, voy, renazco así como surgen las tablas de un voladizo agreste y serenamente húmedo. Darse completo a la recóndita amenaza. Decencia hecha de hilos de aguas podridas por donde se hacen los senderos hacia el trabajo. Comida, fríos de lluvias torrenciales, limosnas continuas, disparos por arremetidas y ajusticiamientos, pintoresca miseria. Paz de las mañanas, algarabía de las noches, portazos y recorridos a trancos acelerados sobre sandalias descartables. Todo es luz y sombra negra de hedor de alacenas derrumbadas. Latas. Escombros, clorhidrato de cocaína, caricias a un niño desnutrido, belleza morena y rubia de lóbregas viviendas. Caminos torcidos, samba, rock y pobreza. Escaramuzas y pedradas. Cadáveres entregados al sueño entre la basura. Inconmensurable decencia acallada por el hampa esparcida por rincones de casas de familias asesinadas entre violaciones e injusticias. Desde el borde la policía acecha para recortar su parte de la juerga del caos y la extraña conjunción de edificios por las quebradas y caserones encumbrados por palillajes en permanente amenaza. Caos de un orden de encontradas pasadas de vida tránsito y esperanza. Favelas, cual flor de laderas entre hoteles y callejuelas de mosaicos y floresta. Cual cubista desventura, explosión de techumbres y fachadas monocromáticas. Bizarra suerte de urbe inyectada en el orden manifiesto.
El orden sobre el orden que se ordena como se disponen las piedras al fondo de un cerro dispersado, pero a la inversa, sobre las rocas, acantilados. Suerte mareo fuga condena fogonazos y turbiedades maldad y santidad entre antenas y cableados sol y lluvia lunas redondas como las caderas de sus mujeres, hilos al cielo, cometas y brillos de dinero mal y bien habido concentración de pasión y espera olla borboteando y tocadiscos añejo en candente susurro y asado de puerco con frutos cayendo de árboles escuálidos perros gatos ratas serpientes banquetes del domingo y hambre del miércoles cesantía rendida almacenes vacíos y repletos borrachos alcoholismo y grandeza de madres luchadoras, jovencitas prostitutas operarias explotadores y explotadas varones que se cogen a turistas solitarias automóviles objetos de deseo brillantes en manos fugaces sonrisas y desdicha maldad de arremetidas violentas escaramuzas de monos y bandadas de aves peregrinas bostas de vaca y pastizales miserables cumbres arremolinadas lagunas de bambúes y lodazales negruscos insalubre gloria de escuelas de samba hordas de muchachos al carnaval sexo desenfrenado por la ciudad y revueltas de calles perdidas orden bajo el orden, desorden por sobre el orden azar de latas y cazuelas loros y cachaza limones hielo y televisores, caros como semanas de sueldo de manzanas completas, aspavientos de soledad puertas de ranchas que son pórtico de espera, ansias y mortandad muchachas florecidas al amparo de ebrios rendidos santidad y canalladas gotas y goterones avalanchas y escampavías terrestres de misiones soterradas profesores de colegios lujosos alrededor del trato indigno, dignidad e indignidad acontecidas como se suma el pan y el huevo de la mañana, desayunos y ayunos escuálidos y alborotadores, peleas de mascotas sangre y heridas gritos siestas y silencios dormires al acecho, repentinos derrumbes y explosiones, orgasmos compartidos, detonaciones de tiros de Magnums en la nuca de inocentes caídos de boca a la tierra con costras de hormigón, livings de carencias atiborrados de piernas y descansos. Canta el gallo y el cuerpo del ser vivo urbano amontonado se estremece cual anaconda restregando sus escamas por el tronco caído, incendios incalculables, hogueras persistentes, inaccesibilidad poética, minotáuricos laberintos de huidas del hampa y de los juegos de las pandillas. Mar, Ipanema, turismo y frijoles negros carne McDonald´s comercio adyacente disquerías hoteles y progreso mercados Malls plazas y dólares por rumas. Barrios prósperos a la orilla de villas miseria, caída de acantilados terrestres por sobre la atlántica avenida, democráticos engendros de todo con todo, con fritanga y esturión, arribismo y modismos extranjeros atiborrados de estilo miserable, corrupción y esplendor, brillo y tosquedad. Conjunción de esto con aquello, edificios, arbustos gigantes, palmeras, hojarascas eternas, frutos en las calles, barrenderos y buses. Vértigo de Ciudad y marea distante en playas doradas cadencia y fútbol y voleibol y cerveza. La torre de babel acompasa el ritmo y la pausa. Aromas y peligro, paz y estancia de amenaza; todo junto y discreto. Todo en sí. Como si el mundo fuera Brasil y Brasil fuera un sistema de mundos en el Espacio de un Universo complejo y auto referente. Dios bendiga y salve a Brasil, en su lodazal de hermosura maravillas y deterioro. Brasil hermoso y terrible, Brasil, distante y comedido. Nada más sino tristeza hecha canto y cadencia hecha cópula virtual. Todo ahí y nada excluido. Y así…
…humea un cigarrillo de un anciano, sentado en una piedra, mientras mira la puesta de sol por entre dos edificios imprudentes, mira al suelo, recuerda, y ensombrece su ocaso.
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