Vivo en los manicomios
Puesto que mi capacidad de delirio
Excede a la de convivencia
Era normal
Caminaba por los caminos que todos ocupan
Pero por causas que ya no importan
Veo cosas
que otros no
Tiendo a relacionar lo que no se debe
o no se puede
una montaña
pasó por detrás de un niño
y el niño y la montaña fueron uno
de manera tal que sus laderas respiraban
y el niño dejaba escurrir las lluvias por sus quebradas
ese niño me habló
pero con sus cifras escalonadas
a lo largo de sus valles y cúspides de infante-montaña
resultó que sus palabras tronaban
como estallidos de dinamita
era el niño que me seguía
a lo largo del camino por el que conducía mi auto
pero como grande que era
a lo lejos
demoraba en perderse tras de mí
desfilaban las voces ocultas
de los postes
y desde el telón de fondo del cielo
se crispaban nubes que caían como lluvia de cataratas
hacia un río
que no era más que una garganta gigante
deliré todo el viaje
y a mi llegada abrí un libro
y el libro estaba vivo
y respiraba por sus hojas
palabras que se tornaban pétalos
los que subían hasta un árbol de cables negros
donde se iban conformando flores de hielo
amaneció
y el sol derritió las flores
para crear un mar por donde navegaban
un grupo de naciones
que a la deriva cambiaban de lugar y de estrategias
era un delirio de mares hirviendo
que me desesperaba
con los borbotones del lodo oceánico
quemaba costras de cielo
el que a jirones caía
encima de las naciones
sobre los pedazos brotaban bosques impenetrables
toda Europa volvió a ser una negra selva
plagada de jabalíes y desasosiego
todo disperso y callado…
…y así me dormí
y pasó la primera noche del primer día
del resto de mi vida.
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