■ La eterna monserga que abordará este texto, nunca pierde urgencia, ni vigencia.
El lenguaje idiomático es un arma de doble filo; te permite concebir al mundo y la vida pero puede confundir y hacerte creer que lo que se dice es todo cierto y que todas las expectativas que plantea pueden ser o serán. Es evidente pero siempre es necesario repetir que los hechos son más importantes que las palabras y que pueden distinguirse unos de otros. Que no te confundan con la vaina esa de que el lenguaje genera realidad - que es algo atendible pero no absoluto; aplica sólo en determinados estados de conciencia y en determinados contextos ontológicos - El lenguaje te permite ver la realidad de determinada manera pero NO ES MÁGICO, NI SUPERPODEROSO.
Los políticos, manipuladores expertos ellos, cuentan con que nos confundamos y, en esa confusión, demos por acaecido lo dicho, como si del dicho, al hecho, no hubiera mucho y extenso trecho.
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