No lo sabía. Ahora tengo una somera idea al respecto; hay países prácticamente deshechos, derrumbados, desintegrados, carcomidos por la corrupción en Sudamérica y Centroamérica. Hay países que son sólo su nombre y un idioma, junto a un infierno de delincuencia y terror cotidiano. Hay países que son sólo un campo de amedrentamientos, donde surgir es peligroso, donde las maras, los carteles, los "sindicatos" y las mafias mandan, deciden, cobran, administran y matan. Hay países que son sólo un contrato social imaginario, plagados de leyes muertas, impuestos extraviados, próceres distantes y verdugos omnipresentes. Ahí sólo puedes orar y guardar silencio, implorar que tus hijos no sean atractivos, que puedan huir, que busquen un futuro en otra parte y, si pueden, envíen dinero a sus padres. Y, mientras más cerca están de los Estados Unidos de Norteamérica, peor es su paradoja interna. Cuidemos lo poco y nada que tenemos. Y déjennos aislados, relativamente ordenados y someramente organizados. Acá un edificio puede cumplir las leyes y su estructura teme caerse. Acá las normas se atienden, por mucho que tantos quieran rodearlas. Acá se puede salir de noche y probablemente se pueda volver intacto. Acá los números cuadran por imperfectos y evadidos que estén. Acá está permitido, AÚN, intentar ser honrado y puedes armar tu férreo círculo de obediencia irradiante. Acá todavía se puede creer que vale la pena hacer el intento de ser un niño bueno y podrán tratarte de huevón pero suelen no amenazarte y acostumbran no amedrentarte. Acá, todavia, hay país; acá todavia tenemos patria, hasta donde la vista me permite captar.
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