Los ímpetus expresivos de quienes opinamos en redes sociales son nada, comparados con el silencio y sobriedad ejecutiva de quienes, de verdad, están haciendo lo debido, en el momento indicado, sobre las cosas verdaderas de la vida. La mayoría de opinantes en la web puede que no seamos más que unos buenos para nada. Lo anterior se desdice actuando, simple y directamente, sobre aquellos hechos concretos que a cada quien le ha correspondido y le corresponderá tener ante sí para hacerse cargo con responsabilidad y honestidad por cuanto, eso de proclamar el deber ser de los otros, puede que no supere las simples gárgaras individuales.
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