En Chile el humor no es que sea mal visto; en Chile al humor no se lo ve porque todos están absortos en lo cómico/chistoso. En este sentido somos una sociedad tosca y tendiente a lo vulgar.
Estamos rodeados de chistositos carentes del más mínimo sentido del humor, cosa que se percibe en las reuniones de cualquier tipo; no existe un puente tirado entre la solemne gravedad y las cosas hilarantes y, por lo mismo, aquel "Paraíso del Tonto Solemne" de Nicanor Parra se cumple en cada instante de nuestra "vida republicana".
En el sentido anterior somos una sociedad bastante limitada y algo castrada respecto del lenguaje y la comunicación cotidiana. El sustrato pontificante de la comunicación reside en el sentido humorístico que se le puede otorgar a los asuntos cotidianos y los chilenos no sabemos qué hacer con él.
Paradojalmente triste.
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Crédito: conclusión obtenida a partir de conversaciones llevadas con el arquitecto y pintor residente en Alemania Alejandro Soto Alvarez
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