[De mi antigua
bitácora. Fecha original de
la Publicación
24 de Julio de 2006]
[©SmcArq] [ni narraciones ni análisis;
digamos que son una suerte de experimentaciones
en base a ejercicios de ficción, la mayoría de las veces]
La Esencia de la Soledad
Con la añoranza del tumulto, y el eco de mi cuarto, clavo la mirada en el más intrascedente objeto inanimado, para reflejar en él, una suerte de atolondrado y caótico encadenamiento de palabras dispersas, propias de una mente en marcha y sin arrimo.
La Esencia de la Condición Gregaria
(Yo soy otros, y los otros son en mí; todos somos aquello, y aquello descansa en nosotros. Y todo esto me reconforta, así como porque sí; como cuando pierdo mi mirada en un trasero de mujer, y ello es evidente e irreflexivamente propio y placentero)
El Instante de la Muerte desde el Punto de vista del Moribundo
“…A estas alturas, ya poco me importa lo vivido, y es esta indiferencia la que me sorprende y termina por aterrarme”.
Lo Poco Trascendente del Instante Final de la Vida Así Percibido por Quien Agoniza
“..¿Y esto era todo?; cansarme; sentirme enfermo; acostarme; y presentir con certeza un sueño permanente. Esto era todo.
¿Y para esto viví una vida de temores y cautelas?; ¿es que acaso no debí desbordarme un poco más, así como para sentir que me ganaba los momentos, más que cogerlos por los pies para someterlos?”.
El Motor de la Vida
Suspendida en todos, ella permanece en la medida en que ninguno de nosotros sea esencial e irremplazable, a contrapelo de lo que quisiéramos que fuera nuestra patética realidad.
Las Paradojas de la Existencia
De algún modo siento como si diera lo mismo todo, y que al final el paso cansino de los hechos gobierna, al punto que el individuo no es más que una botella en el mar, a la cual se le dice que sus avatares son esenciales para el sistema donde se inserta su deriva.
Por lo Menos Cada Uno es Dos a la Vez
Amarrado a la conciencia, tomo la distancia pertinente, y veo el orden de las cosas, no obstante en ellas estar inserto, así que nada de lo que percibo me excluye, aunque intente engañarme.
Aunque Sea Difícil Desconocerlo
La existencia de los seres humanos es casual, y así las eras se dibujan, aparte de aquellos que acierten señalando la encrucijada pertinente, y aparte de aquellos otros que le construyan su coherencia.
Si; la coherencia del mundo es una construcción subjetivamente hallada.
El Orden es una Casualidad
El Cosmos va y viene en sus probabilidades. La ciencia existe. Y su lenguaje es nuestra escalinata. Pero aparte de aquello se encuentra la totalidad de las cosas en una suerte de pasta aleatoria.
El Caos no es Desorden
Y el orden no configura.
Cosmos y caos son la misma, especie de, substancia original primigenia y terminal.
Lo que pasa es que al caos se lo ha menospreciado en pos del cosmos, que no es más que el Universo en la camisa de fuerza del entendimiento.
Muchos de los Conceptos Creados por el Hombre, No existen
Tal como ocurre con la dicotomía del ser, o la intangible y platónica coherencia. La misma perfección no existe. La construcción del mundo es un juego de palabras-acción.
La palabra “Palabra” es una suerte de engaño, pues ¿a santo de qué milagro podemos adjetivar al espejo con otro que lo encara hasta el infinito?.
¿Cómo hago para ejercer al ser, en vez de contemplarlo?
Cartesianamente Puede que Hallamos Malentendido el Juego
Es verdad que la construcción de las ciencias es un manto que, cual capa de información, configura y permite adherir a los objetos un contenido y un contexto que trasciende a los sujetos, más, es tanto o más verdad que el juego de la construcción de la lógica y su coherente comprensión, establecen no más que subjetivas constelaciones fenomenológicas que es posible que, en definitiva, no apunten a la integración de todas las cosas, por mucho que establezcan alguna vez, la teoría de todo.
La Plenitud es Otra
Y no tiene que ver con el entendimiento. O más bien dicho, entre otras cosas, tiene que ver con el entendimiento.
Plenamente nado como un salvavidas por el océano del vasto mar del origen y el destino entrelazados, como la culebra, que puede ingerir su cola, y de ella nutrir su universo auto-inferido.
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