[©SmcArq] Sin conocer el título es evidente que ella está concentrada en algo que al parecer es un texto manuscrito, que a la luz es posible redactar. La escena, seguramente es ficticia en un cien por ciento, salvo por la pose de una modelo, que no necesitó de estar en un lugar como el que vemos. Conjeturas. Pero hay una narración, que en realidad alcanza su plenitud en la luz y en las sombras; ambas son las adecuadas para acentuar o recoger el ámbito de intimidad presente. Una narración luminosa. La acompaña su mascota o algo así; no es la primera vez que veo animales complementarios en las obras de Fragonard, a título de presencias de las cuales no se alcanza a distinguir necesidad irrenunciable. Pero pensemos cómo sería la obra sin el perrito; lo que ocurriría es que quedaríamos solos los espectadores ante la intimidad de la protagonista. De alguna manera el animal acentúa una distracción que permite completar una intimidad vertida sobre sí, al punto que el espectador queda replegado, cobrando la escena una autosuficiencia redundante; [podría decir el autor que...] "...con tal inocencia mira esto que ocurre, como si fueras un perrito, pendiente de las externalidades de la ama; casi sin conciencia, y verifica lo obvio, que lo demás es drama luminoso".
No obstante todo lo expuesto, es bastante dificil separar lo sicológico, de lo narrado de lo meramente pictórico en este cuadro, visto todo con nuestra actitud contemporéanea.
Esta aparente externalidad del hecho resultante , en suma, (acaso subrayada como un convite sicológico), manifestado en su contraste de luz y sombra, nos lleva de alguna manera a Miguel Ángel y su cielo abovedado de la Capilla Sixtina; haremos un intento de revisar esta otra acometida, casi atlética, tan comentada; a ver si logramos verla con originalidad y sin amedrentarnos dada la extrema complejidad de sus partes, y a ver si logramos extraer alguna conclusión personal, a parte de lo que ya se ha dicho hasta el cansancio por siglos, pre y post restauración.
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