[De mi antigua bitácora. Fecha original de Publicación 28 de Septiembre de 2006]
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"2001: A Space Odyssey "
The Dawn of Man |
[©SmcArq] Cuando triste era lo que no sabía, iba sin volver hacia el futuro sin más del tubo unidireccional de mi instinto de existencia monótona y servil. Y como le ocurrió al brote de la secuoya milenaria cuando tras siglos de solitaria contemplación del aire diáfano y vacío le rozó el tránsito de un
chorlito dorado, así supe sin saber que sabía, que la conmoción brillante de la iluminación elocuente pasaba por mi alma, por aquel milagro de la transformación del campo de vida y alimentos en universo de identidad reflejada. Y supe solo de recursos prístinos que hicieron de mi esencia nada sino el reflejo del mundo transfigurado en mi mirada voluntariosa. Asumí el mando del ser y estuve mirando la explanada desde la colina, para saber que todo lo que veía no era sino la posesión de abismo insondable de la llanura extensa rendida ente mis pies de conciencia inaugural. Todo era primera vez cuando, ese día glorioso en que fue mi despertar, respiré sabiendo, en ausencia de palabras, que solo me debía a la alusión particular de lo que se disgregaba como manadas de esencias camino abajo en la llanura. Y solo quería correr para aprenderlas, si, bien digo, aprenderlas para saber de la posesión abstracta del entender que abraza al ser ajeno y lo recrea desde la mirada destructora de la avalancha establecida. Volví a mi estancia, donde los míos eran mi sombra, ante los cuales un amor condicionado me hizo temer de mis intensiones. El dominante macho se me acercó para obligarme a su sometimiento de postrarme bajo su mirada, pero no supe de mi cuando sin más pude dar cuenta de él en la esquiva carrera entorno a la contienda creadora. Me apoderé de mi grupo para instruirlo, más supe también que solo el poeta podría detonar en ellos el chispazo fugaz que hizo de mí otra especie similar pero ajena a mi manada.
Sin más elegí a la hembra que me miraba con la suficiente
admiración rebelde, y a golpes de paciencia logré, una buena noche tranquila, que me contemplara en la conciencia sin nombre del amor y del encuentro. No recuerdo cuantos hijos de los hijos de los hijos de nuestra estirpe tuvieron que hacerse a la mar de una misteriosa pedagogía abstracta, para entender que la semilla, cual combustible inmaterial, era pasto de las llamas del amor y la miseria. Y jugamos al juego peligroso que ya conocen todos cuando estamos al arrimo de la luz y llamamos a las sombras para ser frágiles esquifes a la deriva de la pasión y el dominio.
Más nada ha sido en mi estirpe como aquella primera instancia de fugaz chispazo silente que llamaré
El Milagro Inaugural. Pues en él todo fue en potencia, para echar a andar la enseñanza del sendero inabordable de los hijos iniciados. ¿Qué como hice de mi amada mi discípula? , pues dejé de estarme a la espera del momento y busqué en su mirada la voluntad ajena a ambos que dio pié al entendimiento. No lo sé. Alguna vez nombraré a
Aquel o Aquello que presiento me dio el empuje adecuado y constructivo. Sin proceso y sin regreso me haré a la mar de mi conciencia para ir haciendo una suerte de universal esmero, que me dignifique a la mayor gloria de
Aquel(llo) que es mi camino y mi verdad pero de cuyo nombre no puedo hacerme cargo todavía.
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