Miro simplemente lo que tengo por delante, y pareciera evidente que toda profundidad puede simplificarse en la más céntrica y eficaz huella de aquel eje que penetra la extensión desde el ojo hasta aquel punto de convergencia en lo lejano adonde todo se fuga hasta desaparecer. Y de tal modo es que puedo decir que flanqueo mis referencias más tajantes en los lados y lo verticalmente separado.
El cubo es la abstracción, no del mundo, pero si de aquella percepción reglada y perfectamente extrapolada de quien mira y se dice capaz de comprender. Y, de alguna manera, tal tajante abstracción del mundo, se confabula para fragmentar la coherencia de las cosas en su juego confluente de estética presencia en su rasgo detentada.
Somos El Cubo del mundo, que fuga la vista y separa del aire, su huella nublada de altura y contraste, en su suelo segregada.
El cubo es la abstracción, no del mundo, pero si de aquella percepción reglada y perfectamente extrapolada de quien mira y se dice capaz de comprender. Y, de alguna manera, tal tajante abstracción del mundo, se confabula para fragmentar la coherencia de las cosas en su juego confluente de estética presencia en su rasgo detentada.
Somos El Cubo del mundo, que fuga la vista y separa del aire, su huella nublada de altura y contraste, en su suelo segregada.
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