
Agradablemente decae la presión de una estampida de dorado brillo y voluntad. No eres sino, por doquier, la desatada suerte del trance estertóreo y suficiente. Y el temblor se hace evidente, en la entrega y la postura, a espaldas del mundo y a cubierto del pudor, como si fuera aquello, la íntima fractura del ser y su deshecho. Entregas a la tierra lo que antes te prestó, para dar y recibir, y que todo rito se despliegue, en esta manera y ceremonia, de la grácil y fecunda trayectoria.
[Ilustración realizada para este post
por el pintor abstracto link Claudio Fraiman link]
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