[“Quien baila, ora tres veces”. Mons. Bernardino Piñera]
La personalidad de tales devotos se nubla y se retira.
La música se destina a la multitud de sus anhelos
Pareciera que no danzaran para los demás
Pareciera que no importa quien los vea
Pareciera que su desempeño no es para las personas
Pareciera que su colorido no es sino estallido de cadencia venerante
Y aunque nunca haya existido tal reina, en semejantes tamarugales,…
…cual arbusto desarraigado que desarrolla el ruedo de su sequedad por los rumbos agrestes y resecos en su mortecina esfericidad, avanzan los devotos demonios por el tierral de un pueblo olvidado por más de trescientos días del año, por todos los años que recuerdan y por todos los años por venir.
El interés del pueblo y de los visitantes es el otro interés, que no sabe de miradas pintorescas.
Los testigos de semejante arrojo festivo se acompasan en el entramado de saltos, gestos, brillos y sacrificios de los peregrinos
¿Por qué peregrinan los arrodillados testigos de su propio dolor y arrojo?
¿Es que su llanto en el retiro de la fiesta es el llanto de despedida ante la extraordinaria circunstancia de sus vidas, atadas al mundo en el quehacer diario de la ausencia más plena de trascendencia? La misma que estalla en los demonios cuando se trasladan desde sus moradas circunstanciales, siendo profesores de estado, muchachos, músicos de orquestas tropicales, amantes subrepticios, alfareros, vendedores callejeros y monitores de prevención contra las drogas quienes detentan el poder del cuerpo que sabe del salto infinito en el arrojo a la nublada mirada de quien, acaso, medita en su cuerpo el trance del baile que traslada al mundo en su reyerta de contrastes, de bien en mal transferido y en mal que bien se detenta?.
¿Qué diablo demoniza su gesto en pos de santificar su arrimo, como si la paradoja se fuera en la fusión del alma condenada, en esquivos y esporádicos estallidos de trompeta, caja, matraca y platillos?
¿Cómo (diablos) suma el bien su mal que nunca ha sido, en pos de la fusión de un alma que en tal combate su destino encuentra transferido?
¿Qué deshace el sentido, en su cuerpo de tumbos fenecidos, cual morada que su trance confunde lo agredido?
¿Cómo destina el paso un hombre que endiabla su vida en un instante, para limpiar su afecto de tal trance?
¿Estima que el mundo converge en su baile, el hombre sencillo que sabe de noche y enquista su brillo?
¿Conoce de culpa el baile agredido, cual salto que reza su orar transferido?
¿Es lingüística la potencia de tales arrojos?
¿O simplemente, cual Aleph desencontrado, derrumba su mundo el diablo aterido?
¿Qué sino perpetuo, destrama su apuesta, en cuya cuña serena de trance y respuesta?
¿Quién o quienes, desde cuando, dicen ser quien, que traen la paz en su tormenta, cuando su sino en ristre lo sustenta?
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