Muere quien se deja llevar por el nulo camino del lugar arrepentido.
El destino del destierro sabe de sombra y lejanía, cuando se nutre la llegada ante el pórtico de ajena templanza y serranía.
Distante el hombre de su sitio, adonde dejara su huella y su propio arbitrio, pleno de ausencia busca la huella del retorno, aunque por mucho acierto y fortuna se haga adorno. Tal pasión de lamento, se torna agreste mediación del paraje y su porfía, detentado el destino del envío, no sabe quien, que de suerte y despojo se decía, para bien del otro que de tierras y señales fenecía
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