jueves, 17 de abril de 2008

Astérix & Obélix

Mis cómics infantiles fueron pocos, temáticamente hablando; algo de Walt Disney (casi nada), pues prioritariamente me volqué a Astérix y Obélix, por una apuesta afortunada de mi viejo, que quería nutrirme de libros e información relevante, y me compró toda la colección de la editorial Pilote, que llegó a Chile en los años setenta, y de ahí en adelante.

La estructura de la historia central, perdonando la redundancia, es precisamente eso; pura historia, y geografía a la pasada, deformada o transformada a partir de hechos absolutamente reales, como que Armórica (actualmente perteneciente a Francia) nunca fue completamente conquistada por Roma, entre otros asuntos que les pasaré a describir a continuación desde mis percepciones y recuerdos. Tengan en cuenta, eso sí, que fuera Cayo Julio César (su nombre completo) en sus “Comentarios sobre la guerra de las Galias” (Comentarii rerum gestarum de bello gallico) quien dejara la mayor cantidad de información de primerísima fuente desde donde, me imagino, leyeron los autores.

Todo lo que viene es de pura memoria.

Un pueblo en las costas Galas, es el único bastión resistente a la conquista romana de la época de Julio César, aproximadamente 50 años antes de Jesucristo. Todo en esta saga consta, en el fondo, aunque muchos matices existan, del empeño persistente del imperio para derrotar a la aldea, a título de simbólico trofeo a esas alturas y escala territorial, lejano en posibilidades de concretarse por la permanente provisión de poción mágica que el druida del pueblo suministra, y que dota, a quien la ingiere y por un plazo breve, de superpoderes de fuerza, velocidad y potencia plena, entre otros atributos.

¿Qué es el pueblo en relación a Roma, visto en la equivalencia actual de los dominios, durante la plena vigencia de la Guerra Fría? (tengamos en cuenta que fue creado el cómic a fines de la década del cincuenta); la verdad nunca me lo había preguntado. Mi padre hablaba que aquel enclave representaba el orgullo francés, mal que mal vulnerado por momentos, en el paso marcial de un renombrado III Reich, desfilando apenas unos años atrás de la aparición de estos personajes, bajo el mismísimo Arco de Triunfo, ordenado erigir por Napoleón Bonaparte en persona.

El aludido pueblecito es hermoso; pequeñamente bello y ordenado a la escala más humana y acogedora que el dibujante pudo haber previsto, adonde sus habitantes son como una especie de familia “disfuncionalmente bien avenida”, con su herrero burlesco, su bardo carente del más mínimo talento y afinación, su jefe altisonante pero torpe, su anciano casado con el bombón del lugar y permanentemente puesto aprueba en su vigencia, su pescadero ineficiente que vende pescado descompuesto, y los subconjuntos transversales propios de todo pueblo chico, adonde campea el gran infierno de la cotidianeidad humana; “ellas” y sus vanidades; “ellos” y sus toscas aficiones; las machistas exigencias socio-económicas de las esposas sobre campechanos hombres, más preocupados de disfrutar la vida como viene que “como se debe hacer” para “aspirar a más”.
Borracheras, intrigas triviales, envidias, comidillas, aspavientos neumáticos y, en suma, humanidad pura y convencional, condensada y comprimida, ante la cual Julio César (sí; el de Bruto y su puñal) boga por penetrar, cual infante echando abajo las torres de cubos de sus compañeros de kindergarten, mediante, a título de ejemplo La Cizaña (memorable historieta esta, con el inefable personaje Perfectus Detritus, la intriga hecha hombre. En mi familia la opinión es unánime; el mejor episodio de la serie completa, que desgrana y descubre toda la miseria humana que portamos cual sangre o linfa que nos sostiene y nutre. “Cuando le condenaron a ser devorado por los leones, estos se devoraron entre sí”, le contaba a César uno de sus más cercanos en relación al inmundo hombrecito, núcleo de la historia que aludo, tramando cómo derribar al pueblo carcomiéndolo desde sus entrañas). Pero sigamos con las artimañas imperiales; el secuestro selectivo, el aburguesamiento excesivo, la sobre-tasación del valor por metro cuadrado de bosque adyacente, la reconversión cultural y económica, la ficticia sobre-demanda de menhires, las apuestas, …mientras varias guarniciones pobladas de legionarios pelmazos, mantienen ilusoriamente sitiado al pueblo, cual Cuba rodeada de acorazados en el incidente ya conocidos por todos en aquellos años.

Con Astérix y Obélix me comencé a enterar, como a los siete años de edad, que existió el imperio romano; que Francia proviene de la Galia Céltica en gran parte; que Bélgica es plana como una mesa de pool y que en ella se llevó a cabo la batalla de Waterloo; que existieron los druidas y los bardos; que la batalla final de los galos contra los romanos fue dirigida por Vercingetórix, el cual, una vez derrotado, arrojó sus armas a los pies de César; que los fenicios se dedicaban al comercio naviero; que Pompeyo y Escipión desafiaron o influyeron sobre Roma; que existieron las galeras, los esclavos, los galeotes, las catapultas, los onagros; que la lengua oficial del imperio era el latín (Cogito ergo sum, Auri sacra fames, Alea jacta est, Vanitas vanitatum, et omnia vanitas, y otras frases célebres que me sé de memoria en escritura y significado, eran de mi uso común en juegos y bromas verbales, obtenidas del memorable tripulante a bordo de la patética galera pirata, hundida capítulo a capítulo por las más diversas y risibles causas); que Cleopatra sedujo a Julio César y que cuando esto ocurría, ya eran historia antigua las pirámides famosas; que a los nobles romanos se les denominaba “patricios”; que los egipcios se expresaban en base a jeroglíficos; que los vikingos llegaron primero al continente americano; que la actual isla de Manhattan era habitada por nativos pieles rojas; que a las lanzas, los romanos les llamaban “pilum”, y que las calzas del soldado se llamaban “coturnos”; que habían solo unas pocas especialidades y modos de luchar como gladiador en el Circo Romano; que quien los administraba cual representante de boxeadores se llamaba (según los autores) “lanista”; que existían los denominados “retiarios”, inspirados en los pescadores de oficio, luchadores de red y tridente; que la ciudadela donde se desarrollaban las olimpiadas del mundo antiguo, de la cual conocí dibujos como si estuviera en pleno uso, estaba en Grecia, y que en esos períodos se detenían todas las actividades nefastas para su puesta en marcha, como guerras y otras disputas; que el lugar de estos juegos se llamaba Olimpia; que los espartanos fueron un pueblo criado para la vida austera y dura; que el lanzamiento de la jabalina y le disco provenía de esos tiempos; que la vida en la ciudad de Roma (a la cual todos los caminos conducían, como siempre se bromeaba en la historieta) era sumamente intensa, compleja y dotada de muchas cosas que las actuales urbes poseen, como las “insulaes” (según los autores) o edificios de departamentos por pisos; que la Vía Apia era la principal vía de acceso y salida de Roma; que en Palestina y sus alrededores existían los Acadios, los Persas, los Sumerios, los Hititas, los Medas y otros tantos, que, a título de broma, siempre estaban en permanente disputa, desconozco si en pura y simple alusión a la actualidad; que los dioses romanos eran muchísimos y que eran liderados por Júpiter, que el Panteón Galo era, acaso, más numeroso, siendo Tutatis el Dios principal (según los autores), y etc., etc., etc.

Como verán, para una mente infantil, entre tanta broma y magistrales ilustraciones, fui conociendo, además, los campamentos romanos, su ordenamiento, la logística involucrada, los cascos con penachos, los uniformes, los grados militares o políticos (Decuriones, Centuriones, Tribunos, Prefectos, especie de virreyes de los territorios conquistados); supe de las sillas de cuatro portadores, supe de los tricliniums y toda la gama de finísimos mobiliarios de esa cultura; inclusive conocí las orgías (aludidas someramente como juergas exuberantes nada más) a partir de la gestión de un corrupto funcionario romano encargado de la conquistada Helvecia, más ladrón que gato de campo “ESTO PARA MÍ, y esto para Roma”; supe de la sigla “SPQR” que portaban los estandartes militares; supe del relieve de la actual Suiza (antes Helvecia); supe de la edelweiss, o estrella de oro, flor que sobrevive en los más escarpados riscos de los Alpes; conocí el fondue; supe que existía una isla llamada Córcega; que Napoleón Bonaparte es nativo de aquella, y que esa isla es de un relieve alucinante, donde su gente, aclanada por naturaleza, ostenta un carácter fuerte y acaso impenetrable…suma y sigue.

Comparo todas estas precisiones históricas aprendidas y veo otros cómics y me sonrío deferentemente, sin dejar de tener en cuenta que la gracia de todo esto está en que los autores de la historieta siempre se tomaron todos estos temas con una soberana liviandad e irreverencia, riéndose de todo lo que viniera al caso, sin abandonar la precisión histórica a extremos que solo hoy, siendo adulto alcanzo a verificar; tal equilibrio de humores podría ser único en el género, cosa que no me atrevo a aseverar, dado que no es este género ni mi principal especialidad ni nada por el estilo.

Astérix y Obélix me presentaron a Europa y su historia inicial, junto a las características principales de sus habitantes actuales y su conformación geográfica previa a la civilización actual, llena de bosques eternos e impenetrables, todo “así como jugando y riendo”, mientras otras historietas solo hablaban de extraños paradigmas de eternos tíos y sobrinos difusos gobernados y mandados por otro tío avaro y enfermizamente mezquino, de los cuales nunca comprendí ni su sentido ni su razón de ser, siempre en estrictas relaciones de subordinación por el dinero y el poder económico, en escenarios abstractos, carentes de detalles y de paisajes irreconocible y difícilmente atribuibles a alguna realidad integral conocida, ni siquiera a título de contraste (ya Ariel Dorfman escribió “Para leer al Pato Donald” en 1971, adonde lleva a límites excesivos a mi parecer su análisis a este tema por medio de la omnipotente mirada política de esos tiempos, así que no entraré a analizar mucho más). ¡Cuanta diferencia!, desde esta suerte de jungla de referencias, calidad integral, alusiones certeras, informaciones y dechados de humor fino y elegante, adonde ni las películas hollywoodenses se salvaban de ser “subidas al columpio” de la broma y la burla, junto a políticos de la época, y otros actores relevantes.

Debo reconocer que las películas relacionadas que me ha tocado ver; “Astérix y Cleopatra” en dibujos animados, cuando niño y la otra más reciente protagonizada por Gérard Depardieu como Obélix, no son sino sombras limitadísimas y restringidas del cómic. Es el cómic lo interesante, no todo el resto de subproductos livianos y desechables.

Mucho de mi manera de hablar hoy en día proviene de Astérix y Obélix, los que, traducidos en España, me dejaron, a la vez, mucha sintaxis verbal y jerga hispana de esos años, que reconozco hasta el día de hoy; “esos romanos son unos tontainas”, y cosas así. Dichos, expresiones textuales, y hasta modos de pensar y de ver el mundo, así que…

…¡A la salud de Goscinnyrix y de Uderzorix!
____________________________
Notas:
1) Las imágenes fueron extraídas de los volúmenes de mi colección; la primera, del pueblito, y la segunda, de los piratas fracasados, de Astérix en la India, la tercera de Astérix en los Juegos Olímpicos y la cuarta de Astérix Gladiador, donde se aprecia, en una página completa, al Emperador romano en uno de sus acostumbrados ataques de ira, sacado de casillas por nuestros héroes. A su lado, de espaldas se distingue a Bruto, su hijo adoptivo, que tantos problemas le daría en el futuro. A sus pies, el lanista Cayo Obtusus.

2) Algunos personajes que recuerdo de memoria: Panoramix (el druida); Asurancetúrix (el bardo); Julio Cesar; Bonamina (esposa de Abraracurcix; a la sazón, Jefe del Pueblo); Vejestórix y en algunas versiones llamado “Edadepiedrix” (aquel anciano obsesionado con su vigencia y virilidad); Perfectus Detritus (Agente Romano Cizañero); Zebigboz (Jefe de un pueblo bretón); Cayo Obtusus (lanista del Circo Romano); Idéfix (el perrito de Obélix); Bruto (hijo del César, cuando aparecía estaba afilando su puñal); Numerobis (arquitecto chambón egipcio, si mal no recuerdo); Anguloagudus (colega romano del anterior); Falbala (único amor conocido de Astérix en “Astérix Legionario”); Ácidonitrix (personaje parecido a Perfectus Detritus, pero con más tintes de conspirador; Sopaconondas (colega legionario griego), y así.

3) A propósito, deben hacer más de diez años que no tomo una de estas historias (las tengo prácticamente todas), así que no pasa de esta semana que vuelvo a leer “La Vuelta a la Galia”, que fuera mi primera incursión.

8 comentarios:

Lilian dijo...

Reconozco que aunque supe de este comic, nunca me meti en el. Absolutamente fascinante la belleza de los dibujos. Definitivamente me da la impresion que se produjo una especie de osmosis entre el sentido del humor desplegado en estas historietas y la mente de un pequeno Sergio :o) ... Aunque no te conozco personalmente, creo reconocer algunas cosas. Es un sentido del humor que personalmente disfruto muchisimo... como por ejemplo esa vignette de "Cuando calienta el sol..." :oD
Podria seguir comentando -con respecto al aspecto politico del asunto- pero me detengo aca... ha salido demasiado largo mi input. Me encanto tu post. Me acorde de cuando estuve en Europa hace unas semanas atras recorriendo los caminos y las ruinas de edificios construidos por los romanos cuando poblaron Alemania ... Bueno, me acuerdo de muchas cosas, pero basta de bla, bla ...
Saludos!

Sergio Meza C. dijo...

Lilian:

Lo que dices es exacto; parte de mi humor algo negro proviene de Asterix y Obelix; el tema de los piratas siempre naufragando me gusta mucho, y por cierto que lo he replicado en varias cosas que me voy imaginando por ahí. Donde Bradanovic siempre invento leseras, que suelen parecerse a todo esto.

Gracias por coemntar. este tema era una deuda con mis maestros del comic.

Increíble como algo que parece tan baladí como una historieta pueda marcar tanto.

Saludos y muy buen fin de semana.

(Gracias también por la cita de un texto mío en un pasado post tuyo).

Acerca de este tema podría estar posteando mucho más...

victoria dijo...

Me gustó mucho su post acerca del comic. Un tema de este tipo, cotidiano y con toques de humor me fue más grato y le va muy bien. Espero poder leer algun otro del mismo estilo.
Que esté Ud. muy bien.

Sergio Meza C. dijo...

Muchas gracias Victoria, te pido disculpas por no responderte, pero fui atu perfil en Blogger, para saludarte en tu blog, y descubro que no tienes, de eso a volarme y no decir nada en el mes de Mayo hubo un solo paso, que corrijo por medio del presente.

No creo escrbir cosas así muy a menudo, lo mío es la experimentación sintáctica; eso es lo que me apasiona.

Momo dijo...

Ola Sergio, este es nada mas que el mas sensible homenaje que è leido sobre Asterix y sus autores, tanto más si pienso al hecho de que este homenaje esta echo por una persona que leyó a Asterix en español.

Te felicito.

Sergio Meza C. dijo...

Muchas gracias Momo. Compartimos una misma afición, que en mi caso ya es una especie de identificación.

Saludos cordiales desde Chile y hacia Suiza.

Astérix en Helvecia es uno de los mejores, con su corrupto funcionario aficionado a las orgías.

Alberto Medina Vieira dijo...

Entrañable y reveladora historia para mí. Es un placer leerte.

Saludos.

Sergio Meza C. dijo...

Gracias Alberto, pero supongo que conocías a estos personajes...(?)

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