viernes, 14 de marzo de 2008

Luz

Enceguecidos por su haz y por la extensa amalgama de dichos y certezas, la luz se esconde en su elocuencia, y tras su fulgor subyace el misterio de un brillo detonado y diluido. La luz de la vida y del alumbramiento se deriva de una propia y decidida apertura hacia el intestino translúcido de la existencia en sí y en aquello que se destina al eterno viaje por la oscura ensenada que pide y clama por revelación. Luz es eternidad, no es ardor ni evidencia. Luz no es luz, luz es opción de anhelo franco y destemplada soledad, pues de la gaveta ensombrecida tras el paso del silencio y la tristeza de un mar de negación y ausencia, ella es temple de restringido asombro. La luz es la etérea substancia que ilumina la suerte del triste asentamiento de inverso camino y rumbo. Como la bella mujer que en su belleza desfigura su esplendor, ella, acaso canalla y traidora se desviste y fulgura en su curvatura de maestría y poder irrefrenable (sin perjuicio de que su inverso sentido provenga de los ojos de quien la mire), así la luz de los elegidos se distrae y se despeña en los negros caminos, adonde se envanece de su contrastada magnificencia. La luz de santa y calma acometida es tibia y casi penumbrosa. La luz de la luz, esencialmente, es la potencia del trino definido en surgimiento, áureo y también profundo. Todo atributo de bondad y poder ausente de furor es así, vaciado en su infinito. La luz que te ilumina te enceguece en el inacabable desfiladero de referencias, luego ¿Cuál claridad es aquella que encamina la mirada hacia la cautela y el expectante arenal irrefrenable?.

La luz que vemos no es sino sombra de su propia detonación.

Tal auge y tal arremetida, si disculpan mi reiterativo desenfado.

3 comentarios:

Sergio Meza C. dijo...

[A modo de reiterativo envión desde el post ya presentado] Para acompañar el fin de semana este texto que, de un modo casi resbaladizo dice, pero lo que dice es lo que se establece en la flotación del verbo fugaz por sobre atributos y destacadas acentuaciones. Cómo decirlo, feliz de que, a veces, claro, se logre esto de irse por un camino sin más estribos ni sujeciones que el fragor de una palabra que casi termina no diciendo más que el abstracto rumbo encajado en los vacíos que quedan desde la utilización intensiva de palabras anclas, poderosas como dardos clavados sobre la diana del amor por el arte de las cosas moduladas.
La luz referida es una ilusión ficticia que espero haberme inventado para, una vez más, señalar en rumbo hacia un desfiladero vertical y ascendente, que conlleva alegrías y rumbos casi intrínsecos de lo dicho. Es como si diciendo se estuviera inaugurando el nuevo atributo de las cosas que ya se han dado lugar en la creación del mundo. Un vértigo diría Vicente, al fondo de un pozo inconmensurable. La luz no termina de establecer su potencia desde nuestra infinita capacidad de establecer apertura inaugural, es como si decir "luz" fuera la clave de una caída celestial hacia una cascada de nubes pasajeras sobre las cuales el cuerpo se nutre y se percibe.
Nada más sino desenfrenado verbo, nada más sino interminable dulzura, como si la letanía terminara su éxtasis en el trance reiterativo de la Presencia intuida por creyentes. Buen fin de semana, en suma, eso, nada más, un abrazo. [Que se entienda este ejercicio como Terminal, ya que no siempre, o casi nunca, o a veces, o por momentos fugaces, o por obra y gracia de ciertas puertecitas se regalan estos momentos de lucidez ante nada en concreto y todo en suma, pero ya basta, pues si sigo caigo en una especie de gula literaria]

Señó.Cherinola dijo...

sepa que yo he bisto la lús

bone nit

Sergio Meza C. dijo...

(En Chile ver la luz puede ser equivalente a gritar ¡Viva Chile! o a sacarle punta al lápiz, o hacer las tareas. No sé a qué se refiere vuestra Merced. Gracias por su esfuerzo intectual. He quedado impresionadísimo)

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