viernes, 15 de febrero de 2008

Mareo

[De mi antigua bitácora. Fecha original de Publicación 4 de Octubre de 2006]

Tal es el océano; eso que se mece y a la vez es quieto como la roca milenaria, y desde su vertical se expone en la gama más dispersa de calma y estallido. Se va la andanada de oleajes como se viene la espuma, ella que vuelca el navío que se vuelca al viaje entregado y doloroso.
El mar es la paz expuesta en mantos volubles y volátiles.
Cómo es él, que se extiende en globos de océano latente que suben y bajan el frágil esquife del hombre que se adentra a saber de la comida que viaja del polo al ecuador. Y valiente todo aquel que sin el medio escamoso se lanza al viaje extenso del velamen y el cascarón extraño. Todo lo humano en el mar no es más que la excepción sagaz del ponzoñoso extravío.
El hombre en el mar es como el pez en la tierra, solo que el primero sabe del arrojo, y el segundo sabe de su muerte.
¿Cuál es la entrega entonces del fruto rendido en la red cuando todo es cosecha febril, y más que pesca es arrecife?. ¡Ah hombre dispuesto a la andanada del cardumen gris que atraviesa la explanada latente!, en ese mar que es sitio plagado de empresa atada a la referencia estelar, y como tal los marinos vuelan el tiempo en la distancia vertical del navío, que es como el puerto amurallado que se expone a la subida geográfica de casas e industrias trémulas y humeantes. ¿Cuál mar es el que engaña al terrestre testigo?.Todo en la llanura de agua salada es sitio breve y contraído, cuando en la orilla ella es explanada de homogénea extensión igualitaria.
Nada y todo. El hombre en el mar es huérfano de pie y de mano extensa. Para ir del lugar arrinconado al horizonte ondulado. ¿Cómo estamos los marinos?; como corazones sincopados.
Poeta y marino, como inseguros navegantes de la vida y las aguas de la mar y de la vida distante en la certeza, cuando se avienen las aguas de la revelación consiguiente. Lee el hombre la Palabra destino y si en ella nada se aviene, regresará para estarse con su pipa a la espera del signo amortajado del viento y el envío.
Navega el marino en las aguas turbulentas del mar bravío y navega el poeta en la Palabra ondulante que es la quietud del ser situado en la altura de la cresta de la ola que divisa la costa y teme el horizonte infinito.
El marino es el hombre en su infinita interrogante, y el hombre es el marino en su mar de palabras sosegadas, ascendiendo y descendiendo para estarse en el ámbito extraño de la marea sinuosa.
Cómo estarse en la paz del estallido. Hombre marino que marea su destino y decae su fortuna.
Somos pájaros a la mar, volando tras el buque de pesca algunos, a la saga del resto del delfín y la albacora. Cuando otros atraviesan el rasgo blanquecino del estuario y mar abierto.
Nada seremos cuando decaiga la costa en amarillos confines, y nuestros cuerpos cansados moribundos se entreguen al sueño de la playa final.
Muerte del mar en el océano reseco de la certeza. Todo decae cuando distrae el rumbo el marino o la ballena, y terminan muertos en su playa y su aldea.
Aventurero hombre el que vuelve vencido desde la sal saturada de algas. Y así solemos ir, como especie, de la paz al desafío. Mar que eres espejo de riesgo y de amenaza. Vuelvo al tardío estuario de mí ser. Duermo en paz, despierto sereno. Pero el fragor me alcanza en sí y para siempre. Sólo de sentido estamos, y sólo de sentido somos, aunque ese sentido no llegue, sino en el último confín de los latidos.



Anexo
El Acto Poético en la Roca de Central Park, Manhattan, Nueva York

Realizado el 2 de Junio de 2012
[Inicio del registro preliminar el 4/6/2012]

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