miércoles, 30 de enero de 2008

Al Pasar

[intentaremos ser profundos, al punto de establecer molestia en quien lea sin un espíritu noble y bienintencionado]

¿Existe alguna manera especial de ver aquello que al paso se muestra?

Hablo de ver con el modo interior que denota la estancia y refriega

Ver como si lo visto fuera el reflejo del que ve…

Ver

Por ejemplo

La única hoja del único árbol en un predio vacío plagado de alfalfa.

Esa hoja que en una rama se asoma por sobre el automóvil que pasa.

Puede ser, acaso, la manifestación elocuente de la propia percepción, que se entrega al infinito reflejo creador, entrevisto desde el ser humano, hasta aquello irreconocible si de paradigmáticos aciertos nos abstenemos. Entonces la hoja solitaria se deja ver como la vemos y este “verla” se define cuando arrojamos la plenitud de nuestros ser sobre ella, para que ella se erija como nada más ni nada menos que lo que paradigmáticamente entregamos, sin perjuicio de la forma exterior, inalterable, y acaso fenomenológicamente invencible.

Entonces, por cierto que esa soledad, será una tensión pasajera, que podría inclusive clavarse en mi memoria como lo haría el abordaje del navío al cual podría haberme arrojado, pero ella, deslavada en mi impotencia, sería el punto infinito de infinitas referencias restadas, que se exige detonar para ser el paso de lo múltiplemente generado, en bataholas de grupos y conjuntos amorfos, de multitudinaria elocuencia.

La ley de lo nimio, es idéntica a la ley de lo infinito.

La hoja a la que aludo, veamos cuánto podría entrever de sí misma, cuando le doy alma y desarrollo: …

Pasaba por la vía y detonada
se entrevé
la sinuosa soledad de la elocuente
partícula de verdor inalcanzable,
que se muestra como soy en mi retorno,
cual contraste de mi estancia en la agonía
como el cielo que contrata su latencia
del verdor en la silueta entretejida.

Pero entendamos que no se trata de decir lo que no es, sino de expresar lo que es y lo que existe, cuando de atributos se colma.

A contrapelo solo vemos una hoja en una rama en un potrero sembrado de alfalfa, y más nada.

Entendamos además que tal elocuencia de ese evento es lo que vemos, no lo que es sin mi presencia; ya que lo que es en sí, detona su resta hacia la objetividad infinita.

Sin la conciencia meditada, todo se vuelca en su retorno al origen fatal y eterno de ser la parte de aquello que, sinérgicamente coexiste en su expansión.

Objetivamente dejamos a lo otro abandonarse hacia su sino.

Entonces así, espero, podemos revelar la potencia de las cosas, que se nublan o refulgen, según la sentencia de infinito reflejo ante la ausencia de vacío desplegado, cuando se une la conciencia a la presencia, bajo el puente de curvada trascendencia.

(epílogo: calma; solamente decía, o intentaba decir que lo que se ve, refulge o se anula, según el paso y su alternada paciencia pertinente).

Tengan todos buenas tardes.

lunes, 28 de enero de 2008

Dárselas de Poeta o Buscar el Atributo de Tal Afán

Cuando se está escribiendo para lograr la apariencia poética, cual amago o finta de centrodelantero, se nota demasiado; se buscan Palabras Ancla por exceso, y se ignora el espacio virtual que queda entre ellas, ya que es ese espacio latente el que, creo, es lo importante, y no estar martillando la comprensión y la audición propiamente tal, con cosas como “el ocaso”, “el alba”, “la aurora”, “el frenesí de tu canto aletargado” o “la fatua distancia entre tus manos y mi desgarrada acometida”, por poner algunos ejemplos.

En definitiva, me parece que mientras se escribe es necesario revelarse, con la misma frialdad de Kepler ante su Misterio Cosmográfico, para dejar que las cosas, por su propio intermedio se dispongan , en una suerte de misteriosa “dejación” meditativa y semi-automática.

Acaso aludimos a una especie de “afortunada negligencia”, que se entrega al ritmo de lo que se va ensamblando, en pos de asuntos que no se buscan; solo se encuentran, pues dioses no somos, ni pequeños ni inmensos.

sábado, 26 de enero de 2008

Cábala v/s Cabalá

Mi gran amigo, el pintor judío Claudio Fraiman me ha introducido, cual destello imprevisto, en las gotas inaugurales de la Cabalá.

Acercarse a ella es una labor muy incomprendida en este país al menos, ya que “lo cabalístico” se asocia a una suerte de superstición ciega en relación a los números como “portadores de superpoderes” con los cuales vencer al destino.

Dentro de mi ignorancia, atenuada por mi amigo cabalista, he entendido que la coherencia del alfabeto hebreo es plena con su numérica correspondencia, en cuanto lo dicho en hebreo sería plenamente fiel con las claves numéricas que determinan la verdad absoluta puesta en la tierra, el mundo y el universo por medio de la Torá.

Siempre me molestó esto de llegar y traducir los textos sagrados milenarios (ejemplo: la Sagrada Biblia) y darse a la luz con absoluto convencimiento de que lo dicho otrora en otras lenguas, terminara trasladando la verdad hacia el futuro, con la fe de la potencia del texto que se mantiene (se pensaba) por obra y gracia del espíritu santo.

Pues bien; me parece muy pertinente pensar que la lengua inaugural hebrea sea inconmoviblemente mensajera de la potencia plena del dicho sagrado adonde número y señal se sobrepongan, para ser clave y fin de meditación eterna, para la mayor gloria de aquella perfección con tantos nombres aludida y de cuyos recónditos confines es posible acceder con la mayor de las limpiezas, que eviten tomarse el cielo por asalto, y a contramano de aquello, dejarlo en su distancia de confín iluminante.

Desde mis autorías entiendo que a veces, con las décadas de trabajo, se pueden sobreponer tantas capas de sentidos, como sea posible hacerlo, si la prestancia del verbo se adhiere al acto del poeta que se abandona a su escritura, no automática, pero si complejamente obediente al propio ser, a la propia esencia y a los propios fines humildes y discretos, cual ave que se remonta al cielo, que superado se encuentra por sus propios impulsos inocentes y bienaventurados.

Me temo que no me dedicaré a este ámbito al que aludo, pues siento que mi destino y mis capacidades no me impulsan a hacerlo, pero por cierto que paralelo camino seguiré, y desde él me mantendré expectante.

jueves, 24 de enero de 2008

"Crítica Gastronómica" para Príncipes y Cenicientas de un País en Vías de Desarrollo del Cono Sur del Continente Americano

[hablaré de dos cosas diferentes, que convergen a la mente como muy ligadas, y contrarias por cierto]

Si supiera lo que se viene efectivamente tras estas letras que redacto, francamente no sería escritor (que lo soy por cierto). Cuando navego por la suerte de soltura de tecleo, ante los tipos destinados a presionar la seña de fracción informe pero esperada, solo alcanzo el salto ante un futuro mortecino, que se nubla en su defecto, hecho acierto o desacierto, en la plena fortuna de un trino fecundo.
La victoria espero en cada acometida, y esa victoria es cierta en mi estómago y en mi corazón, acaso, cuando veo y releo que las letras se juntan en palabras, que se sueltan en su aspecto y se hinchan en su travesía. La palabra, me digo, es como la fragata empecinada en su rompiente, tras la cual destella en brisa y flotación. No espero nada sino victoria y acierto de la literatura; nada espero sino un éxito rotundo y sagaz, del cual reconocer los mundos que se despliegan como las alas de un gusano transfigurado. No hay sino esperanza en mi afán; nada sino penetración viril, respetuosa y sosegada en inseminación; tan natural como si yaciera en placentero coito enamorado. Y así me repliego a mi existencia, tan varón como obsoleto parezca serlo, cuando todo se confunde genéricamente, y solo entreveo mareas de insegura moda y tendencia, pues, si nunca se los he comentado es ahora el momento, mi país, a mis cuarentaiún años, se me luce como un manojo de personitas, que aparentan un lujo y un estilo de cuarto enjuague, que solo los viste, como acaso se vistiera una mona, con las ropas de una novia reluciente.
A principios del siglo XX era París; hoy por hoy es el mundo diverso al que se debe (y como que hay un Dios que se intenta) hacerlo parecer como el vasto desierto de pose y refriega manierista, para ser con la clase ajena e imprevista, hecha contrastes de toscos muros de roca potente y entregada en suaves paños verticales antepuestos y adornados, por la brisa más leve y sutil, expresada hasta en los más recónditos basurales tornados en apuesta, escenario y aurora de lujo y esplendor, cuando se tiene la copa del vino más insigne, tras el cual los ropajes detonan el destino de todos los iguales, relucientes con su propio ademán, banal, como sus vidas, que solo se nutren de ausencia, tras la cual se comenta y se conversa, como si las vidas fueran lo otro que se dice y se discute. Tontería tras tontería; moda tras moda y cliché tras cliché. La gente (dicho en buen chileno) está sumamente atontada en su travesía torpe y ridícula, tras las señales del diseño, el arte, la fineza, el estilo y los espacios pertinentes. Todo es marca; todo es comentario gastronómico adecuado; todo es “haber conocido un rinconcito encantador de un lugar imprevisible y desconcertante a extremos de fineza sorprendente, adonde se degustó un licor o una comida exquisita, que en ninguna otra parte puede hallarse”; entonces en horas de extensa tertulia en los livings y las terrazas minimalistas plagados de detalles detonantes, se habla de esas cosas, como si la vida se debatiera en esos manifiestos de patética apariencia. Y es tan triste ver a la niñas de origen humilde, ser tan refinadas como aquella otra señorita de cuna de oro, que se deja estar y se sonríe con suficiencia (canalla), cuando ve este espectáculo generalizado de revistas, televisión, periodistas, turismo, viajes, registros, gobierno de estado, diputaciones, enlaces, cocktails y bailes a horcajadas, ante un mundo atontado y hecho tara de brillo, rugoso, texturado y refinado en vestuario diverso y detonante.
Y uno aquí, buscando un mundo desconocido, del cual no establecer distingo propio ni eterno, salvo en el propio surgimiento abrupto de espacio, lugar, trastienda y gesto coherente, sin preconceptos, o a lo menos ante ellos, anhelante.
Contrastado esto y aquello, no veo sino soledad de pensamiento, cuando desnudos todos quedamos, la mayoría, ajenos de todo lo que nos echamos encima, que no sea propio de nuestra propia esencia de autora potencia, y evitamos todo inequívoco romance con la ciega presencia de la vida incierta, ante el destino creativo, ya que carentes del don creador, los hombres, las mujeres y los niños, no son sino lastimeros borreguitos, despojados de la tibia lana del reducto y del abrigo, adonde las entrañas se parapetan y se nutren del eco lejano de propiedad y orgullo anónimo y fecundo.

¿Adonde vamos, así, con el eco del pendón y la mueca como ofrenda?

A ninguna parte, por los mil demonios, a ninguna parte, salvo hacia un rincón añejo de vidas desgastadas, cuando la juventud se retire, los trajes se apolillen, y queden los huesos secos de los ancianos, que dilapidaron sus vidas, pudiendo ofrecer solamente suspiros melancólicos de noches y oropeles oxidados, ante un auditorio impotentemente expectante.

martes, 22 de enero de 2008

La Libertad del Propio Rumbo y de la Propia Medida

Un amigo me decía ayer que por fin había terminado de comprender el por qué no me dedicaba “con la dedicación que el afán ameritaba” a publicar en papel, utilizando las específicas alternativas que existen, en fondos estatales, para estos fines tan alejados del impacto multitudinario.
Resulta que todo el resto de la vida que llevo es para acertar en la supervivencia y desarrollo de las urgencias más comunes y silvestres que se puedan imaginar, como desarrollar mi trabajo de sentido público en el área de la arquitectura, el urbanismo, la docencia, y acaso la construcción en casos contados y específicos.
Hay gente que necesita el feedback con su resto más amplio y general, de manera tal que su propia medida radica en la percepción y aceptación del resto. Mi caso es así también, esto es innegable, si no fuera de este modo no tendría abierto el foro de Comentarios en el Blog. Pero esta realidad, que comparto, es tan menor como podría restarse en influencia la particular mirada del transeúnte, que pasa entre la manga informe que lo contiene en su tránsito de contrario curso y sentido. Entonces puede que la duda aparezca cuando alguien hace ver su parecer, comentando en el foro aludido, pero siempre (y cuando digo “siempre” quiero decir “a la larga”) nada se consolida de lo dicho externamente cuando me enfrento en el propio reflejo del camino simple y débil, que sigue el curso endeble y poderoso de una búsqueda incesante e inamovible.
Mi camino es absolutamente solitario y rígido en su sentido más profundo. Esto es así desde hace décadas.
No importa quien mire (y por cierto que está invitado a hacerlo); lo que importa es la fiel seguidilla de intentos interiores, concentrados en revelar el nuevo camino o gesto renovado, que converge a la senda prevista de antemano.
El contexto donde en verdad todo esto cobra ético sentido, es en la búsqueda de libertad que siempre he encontrado en la escritura. No es que otros ámbitos me disgusten. Lo que pasa es que solo la escritura es libre en recursos y empeños. Solo ella pide tan poco, a cambio de tanto.
Cuando quiero hacer un proyecto de arquitectura, indefectiblemente convergen los gustos y las opiniones de todos los posibles interesados, sobre todo los de aquellos que han descrestado sus vidas por alinear sus recursos, a los fines que para ellos cobran sentido y forma en el trance del proyecto que, en abstracto, surge como posible respuesta a sus deseos.
Todo es apuesta y lance hacia el sentido del otro en la vida; con los hijos, la pareja, los amigos, el trabajo, y la vida en común con los semejantes.
En este mundo al que aludo inmediatamente arriba de estas palabras, soy, un permanente pretendiente, que espera ante el frontón de los hechos, que el retorno se diga coherente hacia los propios anhelos.
Vivir a la espera del retorno, hace de la propia voluntad un cadáver, a la espera de sepultura.
Siempre es así; siempre cuando se vive para el resto, se depende de la asertividad de quienes no necesariamente están preparados para entregar las señales pertinentes. Pensemos en esto. Si de trance ajeno dependes, te entregas al ego impropio que de medida ajena se puede apersonar, cuando todos se desdicen de su ritmo, al decir y al hacer lo que en rigor, es muestra de dispersa multitud. Es erróneo esperar señales adecuadas apostando a actitudes descentradas. Si yo actúo para reaccionar ante la opinión de los otros, es posible que desde esta apuesta común, se reciban señales de índole similar a la que emito. “Yo-digo-para-ver-qué-dicen”; “y-lo-que-me-dicen-se-dice-para-ver-qué-digo”; y entonces obtengo por resultado, con la mayor de las probabilidades, una suerte de reflejo infinito que mora en la infinita de las ausencias y banalidades. Esto puede expresarse como metáfora haciendo uso del paso del Ciudadano Kane ante el infinito espejo enfrentado en el reflejo de su lastimero fracaso personal.

No deseo fracasar en la vida, por lo que podré estar atento a respirar, cultivar mis amistades y apegos, de la manera más socialmente pertinente. Pero no puedo quedarme en ese ámbito de reflejos infinitos, cuando a contrapelo no conozco mi propio ritmo y pulso frecuente, que es el que el mundo me pide y me demanda (como a todos por igual), desde la propia e intrínseca naturaleza humana, reflexiva, debatible, y necesariamente libre y rebelde, para empuñar el gen y detentarlo, con la elegancia y sutileza que las contiendas ameriten.

lunes, 7 de enero de 2008

El Pulso

Es dúctil la esquiva manera fortuita que surge y que huye en pulso infinito de paso y revés en cauce fecundo y manso despliegue tras luces o sombras con falta o acierto por trance o conciencia que abre o desviste en tajo o propuesta agreste y rebelde maleable y concreta derecha o contraria de ver y sentir que vista y que roce se unen de golpe y dan con el ojo el lance del brillo que toca y que hiere la suerte de bulto distante del alma aquietada por modo cual fuero vital que irrumpe y desarma y dice lo visto o toca lo oído pues sabe su suerte y duerme su anhelo desdice su sino y revierte su trueno condice su paso y ataca su resta confirma su rumbo y reniega su ocaso.

viernes, 4 de enero de 2008

Nadando entre Inconsistencias y Repentinos Deseos Indefinibles

[De mi antigua bitácora. Fecha original de Publicación 5 de marzo de 2006]

...Para nadie es novedad que esa inspiración romántica de escritores tirados sobre lápidas de cementerios enmohecidos es cosa de un pasado añejado por novedades también añejas.
Hoy las cosas son más repentinas y menos perfectas: recuerdo unas revistas de principios del siglo XX que estuve mirando ayer, llenas de grabados; ...como que todo era perfecto para la atmósfera esperada, y entonces el más pleno amor, lo era desde un lugar absolutamente regado de referencias evocadoras, como Película hollywoodense acerca de la vida de Chopin, con George Sand aferrada a sus pantorrillas, y Frederic tomando, de pie (algo tuberculoso) “una poca de tierra Polaca”, para no olvidar sus raíces, y al fondo un piano triste sobre el cual cae una cortina teatral, y en el suelo unas partituras de Polonesas tristes pero impetuosas.
Pero no hablo de un desdén repentino, hablo de una percepción de las cosas más plenas de referencias reales, desde las cuales ir andando hacia las propias cosas soñadas. Como que antes la vida era un sueño en pos de realizarce, y como que hoy la vida es una lucha en pos de un sueño que llega por trozos pequeños pero no menos relucientes.
De ahí el rescate de las pequeñas cosas que suele cobrarse comúnmente, en contra de atmósferas plenas consuetudinarias, perfectas, luminosas o escabrosas, pero poco probables.
De este modo más actual rescato la posible plenitud que se pueda dar al final del camino, cuando el olvido Borgeano taladra las cosas fútiles y termina de armar el subjetivo mapa de la vida andado, ojalá según el propio plan.
¿Más felices antes que ahora o viceversa?, anda a saberlo tu...

jueves, 3 de enero de 2008

a, ante, bajo, con, de, desde, durante, en, entre, excepto, hacia, hasta, mediante, para, por, salvo, según, sin, sobre y tras...Piet Mondrian

[publicado en beta]
INTRODUCCIÓN
1.- ortogonal. (Der. mod. de ortogonio).
adj. Que está en ángulo recto. □ V. proyección ~.
[Diccionario RAE-Encarta 2005]

2.- Mondrian, como manifestación de una plástica “exuberantemente restada” en atributos exógenos a la representación de la fórmula ensimismada. (Esto es una afirmación que da pie).

3.- [Hablo desde un estilo que apunta a detentar ritmo y cadencia, sin la cual podría el sentido perderse, me digo, más nada es seguro. Si la manera de leer es molesta pase de largo, y las disculpas del caso]


DESARROLLO

Si, por cierto, todo arte es abstracto, en el caso de Mondrian tenemos aquella abstracción como la manifestación de un leve ordenamiento, capaz de revelarse a sí misma como la disposición temporal de índole ortogonal.
Comprendemos a Mondrian, entonces, como la abstracción que se ortogonaliza, para reunir al mundo en esta suerte de capacidad de entornar al espacio desde la mínima complejidad de contrastes de un sentido, y su renacer desde el surgimiento de la otra dimensión.

La simpleza de Mondrian es limitante cuando se desea analizarla. Cómo no, si su expresión requirió de la “minimización máxima” capaz de ser en los colores propios del origen de todo el espectro visible, más su negación y su antagónica contradicción que son el negro y el blanco.

Con todo, puedo comentarles que todos estos ejercicios gráficos, por llamarlos de algún modo, han sido huella de otra, como no, meditación libre, para acceder a cosas tan elementalmente profundas como las que por momentos encontramos sin, o con el mayor de los esfuerzos, desde las imágenes o vivencias escogidas.

La ortogonalidad en sí me parece suficientemente simple y potente como para ahondar en ella; su ángulo es uno que determina la máxima contradicción al trazo más vectorialmente recto que podamos concebir; dentro de un mismo vector tenemos sentidos contrapuestos o idénticos, y lo mayormente opuesto al vector absolutamente en sí es la expresión del sentido vectorial ortogonal, entendido como el trazo capaz de ser la mediana trayectoria de los sentidos contrapuestos. Intrínsecamente podremos decir que, la recta angulación desde un vector determinado, implicará una recta fuga conceptual de su propia esencia; recordemos que el sentido inverso a una dirección está contenida dentro del mismo vector. Por todo esto es que el recto y ortogonal ángulo de escape es la explosión que arroja fuera de la propia esencia vectorialmente comprendida; filosóficamente, y no desde otro modo, esto es muy fuerte y poderoso como para dejarlo ir así como así.

Claro que la naturaleza esconde esta clave, dentro de su danza compleja y confusa de formas y manifestaciones externas y de sentido. Pero con todo, la ortogonalidad está en el trasfondo de la fuga del pensamiento hacia las dimensiones más imperceptibles y contundentes; noventa grados sexagesimales en todas la direcciones del plano arrojan la coordenda Z, a partir de la X y la Y; es en un punto, acaso ubicado en una cuarta dimensión, ortogonalmente escapada de todo sentido en la coordenada Z, que se encuentra el “lugar original” de expansión de todo el universo, desde esa explosión inaugural que se conjetura y se teoriza. No por nada todo se aleja de todo, inferido esto desde el modesto hecho comprobado que, desde el efecto Doppler, huella existe en todas direcciones apuntando hacia la expansión de todo contra todo en lo visible y medible; todo “tiende a tender” hacia la azulada coloración de la distancia en incremento, como si en todas partes se vieran vehículos motorizados alejándose de nuestro “desprivilegiado” punto de vista, desde el cual oímos sonidos más graves que agudos comparativamente. “Todo se está inflando", en suma, a un grado de intrínseca expansión que la hace imperceptible para nuestros sentidos comparativos.

Sin más explicaciones, me digo, decaigo en este intento: desatar la modalidad de los colores más elementales, en la más potente y básica angulación subyacente, en sí detenta potentes resultados en un arte que quiso ser panacea de apocalíptico “fin de las formas”, liberadas en su aprisionada complejidad. ¿Cómo llegaron a apresar Mondrian y Van Doesburg, y con ellos tanto otro seguidor, que era en esta forma en la que se lograba la culminación del arte milenario de ir y venir por las almas, sus momentos y su forma detentada?.

Es casi infantil pensar esto, pero, con todo, hicieron mundo de color (teórico en extremo), forma y simpleza; hay inclusive geniales casas aprisionadas en la trama de recta coloración inaugural que estos pintores sugirieran, como si sus cuadros estuvieran en la clave de armado y construcción de los muros, las losas y las cubiertas.

Tal forma de hacer arte es política y mesiánica; no por crítica la asumo y la observo, pero ojo, me diré con su intensión.

¿Cómo puede ser político un arte elemental que no sabe sino de fuerza y profunda elementalidad?
Para ir a la Página Principal de este Blog hacer click AQUÍ

Linkwithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...