Hay quienes no tienen más motivo para enorgullecerse que la idea que se hicieron de lo que debiera ser la sociedad, y a veces, para mayor colmo, ni siquiera se les ocurrió nada de aquello pues lo leyeron o escucharon por ahí y decidieron que les servía. ¿Qué satisfacción es aquella que no toma nada de lo que somos y ni siquiera requiere de ponernos más a prueba de lo que implica llenarse la boca con aquello que se piensa que es bueno y, por lo mismo, se vocifera?
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