jueves, 5 de mayo de 2011

[Parte 4; La poderosa figuración del volumen. Muralismo v/s "bovedismo"] Comentarios acerca de los frescos de la Capilla Sixtina, ejecutados por Miguel Ángel Buonarroti

[©SmcArq] Esto no creo que necesite de demasiada reflexión; Miguel Ángel dio tratamientos tan decididamente diferentes y radicalmente opuestos inclusive, a sectores tan próximos y contiguos, que sus frescos son una franca figuración de la figura alegórica en relación a lo arquitectónico, lo escultórico y lo pictórico.


Simple; pintó como si fueran esculturas, y al lado pintó como si fueran pinturas, a la vez de pintar como si fuera arquitectura, desfigurando, transfigurando y homologando criterios diferentes.

La tesis elocuente en esta inmensa obra (ya me estoy convenciendo de esto) es que la alegoría de la manifestación bíblica del templo de la Capilla Sixtina requiere de un amalgamamiento figurativo redundante, al punto de desaparecer las fronteras entre las disciplinas, haciendo paracer pintura lo arquitectónico, haciendo parecer arquitectura lo pictórico, haciendo parecer escultura lo pictórico y reforzando todo aquello desde la modelación desfigurada de una luminosidad de acuerdo a cada materia supuesta a simular. 

Noten cómo la cabeza del hombre escultórico se ve desde abajo,
y noten cómo los personajes de el lado se ven planos.
Noten, a la vez, que las sombras que alcanzan el negro del hombre escultórico lo figuran así,
a la vez que la luz atenuada, que no alcanza el negro, de los otros personajes, los aplanan, los diferencian y los desjerarquizan.

Todo esto es impresionante; la verdad es que la puesta en escena de lo sagrado, aquí, en este renacentista despliegue de virtuosidad, genio y casi sentido del humor magnífico, pierde acaso protagonismo, y  permite entender un poco mejor todo este galope de cuerpos sobreactuados, a la mayor gloria de su autor humano.

La tesis muralista (o "bovedista") no es religiosa en esta obra, de la cual separo el muro del altar.

Si, de alguna manera la revolución que percibo aquí es a partir dela cometimiento de lo abovedado, no de lo mural propiamente tal, por lo tanto hay quí dos obras; una "bovedal" y otra posteriormente ejecutada mural (hablamos del "El Juicio Final"). Cada Obra de Arte tiene sus propias e intrínsecas particularidades; aquí se manifiestan en lo expuesto en este párrafo.

El tema de fondo; el encargo, es superado por la irreverente manera juguetona de Miguel Ángel de definir las fugas de las formas arquitectónicas figuradas, acá a la vista en sus encuentros de columnas cuadradas  con los muros donde se adosan, y al lado ocultos los mismos encuentros, como entendiendo que la visión de su obra será por partes, por sectores, por módulos y por segmentos.

La majestuosidad de estos frescos está en el humorístico juego de fugas simuladas, de esculturas figuradas, de pinturas figuradas y de deformaciones asumidas, entendiendo la escena del espectador.

Los invito una vez más a revisar la página del vaticano donde se puede revisar en tres dimensiones esta capilla (click AQUÍ), para que corroboren lo que les comento.

La imagen difusa que se tiene de esta capilla es que está constelada de escenas, cuando en realidad son pocas. Lo demás son agregados al servicio del efecto total de superlativa figuración modular.



[Ahora veré si me concentro en el mural del altar...]

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