sábado, 10 de septiembre de 2011

II.- Análisis-Síntesis de la Percepción de Brasilia

[Si quiere ver la primera parte de este trabajo, vaya a
Intento de Conclusión
Juscelino Kubitschek
el día de la inauguración de Brasilia



[©SmcArq] Brasilia es un hecho real consolidado. Tal obviedad es necesaria de expresar cuando se está pensando aún acerca del éxito o fracaso de su emplazamiento, diseño e instauración de la infraestructura necesaria para su funcionamiento.





1
Ferrocarril

Al catastrar el recorrido de su línea férrea serpenteante a través del relieve heterogéneo que se encuentra rodeando a la meseta del distrito federal, me pude dar cuenta que, al final, tal inmensa obra de ingeniería converge al extremo norte del Eje Monumental de la Brasilia fundacional a modo de punto final. Brasilia es y sigue siendo, al parecer, el destino de todos los caminos que la circundan o atraviesan, tanto o más que lo que sucede con Goiania, la capital del estado de Goiás.

2
Genuina concepción inaugural



El verdadero paradigma fundador de Brasilia es geopolítico (uso esta palabra lleno de dudas, pero me presta utilidad provisionalmente), no es urbanístico, y se manifiesta como el nodo solitario e irradiante desde el cual toda una nación debe sentirse iluminada. Tal asunto es otra cosa evidente.
El diseño matriz Brasiliano es geopolítico, no urbanístico, y de tal manera, a semejante escala de pensamiento, la cruz fundacional original de Lucio Costa no es sino una respuesta del emplazamiento a una figura mayor de la cual no es posible deducir de primera mano una coherencia.

3
Gestores/autores


Algo no me cuadra cuando se habla solamente de tres personas protagónicas en esta inmensa empresa refundadora.
Se habla del presidente Juscelino Kubitschek, del urbanista Lúcio Costa y del arquitecto Oscar Niemeyer como los creadores de semejante apuesta "geourbanística" (si me permiten reinventar una palabra que  siento se aproxima más a mis ideas, algo difusas aún), cuando la idea matriz estaba vertida inclusive dentro de Constituciones Políticas Brasileñas ya en el siglo XIX. Entonces, con justicia podemos aclarar que la empresa Brasiliana definitiva concluyó con el poder político y decisión de Kubitschek, con la genialidad simplificadora y manejo de escalas monumentales de Lúcio Costa y con la urgente apuesta arquitectónica modernista corbusiana de Oscar Niemeyer.
Niemeyer puede ser eternamente analizado desde sus muy grandes aciertos o desde sus inmensas grandilocuencias reprochables desde el punto de vista del diseño arquitectónico, pero no se puede dejar de reconocer, intentando una ecuanimidad implacable, que supo estar a la escala de diseño en el proyecto brasiliano. Es difícil alcanzar el trazo de esbozo inicial en semejante encargo; el de supeditar a las obras de arquitectura necesarias e inherentes a un trazado fundacional de una escala difícil de ponderar desde las vivencias en ciudades o lugares determinadas por otra escala menor. El Eje Monumental de Brasilia tiene el ancho de tres muy grandes avenidas de metrópolis normales; la Avenida 9 de Julio, en Buenos Aires mide, en su ancho a la altura del obelisco, menos de la mitad de esta apuesta vial, osea 140 metros, y ya perceptualmente es inmensa, y eso que hablamos de una urbe de más de 12 millones de habitantes.

4
Paradoja perceptual; lo utópico versus la implacable realidad

En general, entrar a analizar con justicia a la empresa fundacional del Brasilia original y a sus consecuencias evidentes, sin olvidar sus hitos urbanísticos es algo frustrante, pues se entra a mirar con una sola mirada acometidas brillantes, con resultados decepcionantes.
Kubitschek, Costa y Niemeyer son la punta visible de una épica acometida, presentada actualmente desde sus esplendores turísticos, que no aluden a las inmensas transformaciones que se llevaron a cabo en la intercomuna del Gran Brasilia del Distrito Federal y sus alrededores.
Normalmente el discurso preponderante Brasiliano a nivel oficial se refiere a un desierto ocupado (que nunca fue desierto; desierto es otra cosa, no lo que había ahí antes que llegaran a aplanar), se menciona un Plan Maestro consolidado (que hasta hoy no se consolida), con sus explanadas ingentes pensadas para cuando los edificios leviten, para cuando los vehículos transiten por capas y capas, y para cuando ya no sea necesario ocupar la superficie de la Tierra, sino sus entrañas.
En fin. ¡Qué esperpéntica y elegantemente equivocada empresa fue el emplazamiento de esta ciudad soñada por generaciones y generaciones de Brasileños y ex-portugueses, viviendo en los bordes de su propio mar interior!, como dirían varios, de cuyo nombre no quiero acordarme.
Me da la impresión que las acometidas fundacionales tan pendientes del futuro como "presente construido" son de suyo y esencialmente erróneas; nunca se puede acertar al futuro a semejante escala y plenitud; solo debieran haber humildes tentativas capaces de corregirse, sin tanta ambición inaugural. Pero Brasilia no tiene vuelta; ya es una realidad, con toda su plástica emocionante y sorprendente de este Niemeyer, constructor de Ovnis y de varios aciertos monumentales, que ha tenido la salud para ver, a sus más de 100 años, en lo que terminó su apuesta de diseño, junto a Costa que murió hace poco, y que pudo palpar entre sus dedos lo que fue el derrame de personas completamente dejadas de lado del esplendor gubernamental original.

5
Suspensión actual del proceso analítico, hasta madurar de mis profundas contradicciones.

Brasilia no es un solo sentimiento; es varios sentimientos interactuando a la vez; la revisión del NODO de NODOS que tiene el Plan Piloto en la encarnación de su Terminal Rodoviario ubicado en la intersección de los dos ejes fundacionales, me hace pensar en el equipo inmenso que debe haber participado y que subyace tras cada talud, cada oreja circunvalatoria, tras cada andén y tras cada detalle arquitectónico insertado en esa especie de macro-máquina ingenieril captadora y vomitadora de habitantes motorizados. Sin embargo semejante tamaño de obra/artilugio ingenieril no sirve a toda la ciudad de acuerdo a su escala, por cuanto este centro de centros urbanos no se encuentra ya en el lugar más estratégico del Gran Brasilia actual.
Hasta hoy, tras semanas de análisis, no veo cómo podría caminarse este monstruo, y no veo ciclovías (puedo estar equivocado); es posible que la bicicleta sea a Brasilia lo que caminar sea a otras ciudades y que el paso del caminante te deje perceptualmente siempre en el mismo lugar dentro de barrios inmensos, o de explanadas implacables.
Por otra parte las explanadas inmensas, concebidas en el centro estratégico de Brasil, no son habitables en cualquier momento del día; cuando el sol arrecia a mediodía, un anciano normal de 80 años, sano, con capacidad de caminar, corre peligro de no salir vivo si es dejado en medio del eje monumental; imagínense lo que es caminar ciento ciencuenta metros hasta la sombra más cercana, por solares claros y refulgentes dejados ahí más para la postal que para el hombre. No necesito ir a esta ciudad para saber esto; es simple sentido común. Brasilia está ubicada en el centro estratégico posible de Brasil, y las temperaturas y sequedad del aire en esos lugares deben ser insoportables para quieenes han vivido toda su vida en la costa, por ejemplo. Brasilia no está emplazado en un lugar donde antes hubo selva. Lo anterior sin dejar de considerar que el nivel superficial del lago artificial Paranoá es de 1.002 metros; lago que está en la parte más baja del emplazamiento original.

Supongo que el verdadero destinatario de esta Ciudad Piloto es el avión que llega, es el vehículo que converge al centro administrativo gubernamental y es el político que accede para reunirse en congresos y reuniones, investido, tras el Gigantismo inasible del cual hemos hecho mención.

Me gusta Brasilia, pero no importa, me apasiona investigar esta ciudad y sus paradojas, pero tampoco importa, como no importa la "bonitura" de un edificio si este no funciona y no sirve a su usuario y a su destino; hay dos Brasilias; el soñado, el de la retina, el de quien contempla desde la avioneta su presencia utópica hecha carne, y el del que debe vivirla a trasmano de las facilidades de los inmensos subsidios que, me imagino, deben sustentar a esta apuesta "sin paso atrás".

¿Cuanto cuesta mantener la vida de los funcionarios gubernamentales?, y así, hay más preguntas como - por dar un ínfimo ejemplo - ¿cuanto cuesta mantener corto el césped del Eje Monumental?; solo un cuadrante del sector de los ministerios mide 200 x 375 metros = ¡7,5 Hectáreas! de superficie.



Hoy por hoy no le veo sentido a semejante apuesta, aunque siento que la amo sin haberla palpado, como un milagro de la voluntad del hombre intentando de concretar sus sueños de grandeza, a la escala de un gran país, rico en recursos, pero desmedidamente incapaz de atender la inmensa pobreza contigua que se le allega inevitablemente, y de otro modo no debiera ser; la pobreza no es para esconderla; ella debe encontrar su lugar digno, y desde ahí salir y resurgir, no a trasmano del diseño, ni de las voluntades políticas.


El urbanismo subordinado al paradigma sacrosanto del explícito "ordenamiento territorial" no basta; una ciudad "ordenada" no es necesariamente una ciudad feliz, ni mucho menos eficiente, y a la vez una ciudad tolerante de su caos borboteante no necesariamente es un lugar desdichado; la escala humana nunca debe dejar de reinar, yo creo que por ahí va la clave de todo. La escala humana donde lo humano no pierda su medida cotidiana es lo importante, y no la encarnación de los sueños personales o las platónicas ideas de desarrollo nacionales, o la añeja percepción de seguridad estratégica, o la utopía del hombre racionalmente encarnado en alguien que es más una idea pura y simplifcada que un padecimiento complejo y pleno.

(Pero Brasil no aprende (y nadie ha dicho que el resto del mundo lo haga), y se comporta como un niño que replica sin más instinto que la fe en aquello que simula la gloria como único resultado obtenido. Si no lo creen vean la recientemente creada municipalidad de Aguas Lindas de Goiás, donde, a excusa de encarnar una nueva utopía replicante, jibarizada e inconciente, a exactos 44 kilómetros, han vuelto a dar inicio a otra laguna artificial y a otra encarnación del mismo modelo ya "gloriosamente fracasado", mientras decenas de miles de habitantes yacen en un enclave urbano sin siquiera el 1% de pavimentación consolidada; o sea, le han dado a los pobres su sueño de otro Brasilia, esta vez de ellos y para ellos, pero lejos, sin servicios y sin industria).

Y claro, todo en su debido momento parecía claro, e inmensamente promisorio, pero me digo:

Nunca olvidar al caos (determinante de la consolidación de las profundas condicionantes del hombre), no olvidar a lo impredecible, que se toma las ciudades, y hace de ellas lo que perfectamente quiere y necesita.

Es a la suerte natural de la vida que esta se construye, y no a contramano del instinto y del mismísimo egoísmo, que no podemos negar o intentar anular.

La ciudades deben ser, no lo que queremos, sino lo que podemos y debemos, abrazando las grandezas y gobernando las miserias.

Al final,

No campea
ella
en la
apariencia,
Sino en la consecuencia.

SmcUrb

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